Ya es oficial: el Espanyol es equipo de Primera División después de darle la vuelta a la eliminatoria frente al Oviedo (2-0). 391 días, 23 horas, 31 minutos y 19 segundos después de que se confirmase el descenso en Mestalla, el Espanyol ha vuelto. Un crucero de más de 55 semanas por la categoría de plata del fútbol español y que ha tenido el mejor desenlace posible para los blanquiazules.
Los aficionados periquitos comenzaban la tarde con un recibimiento al autobús donde las palmas y los cánticos se mezclaban con el ruido de la pirotecnia. Las bufandas volaban al viento entre humo de colores y luces de bengalas. El Stage Front Stadium se había vestido de gala para una tarde de las que hacen historia.
El Espanyol, dominador pero sin gol
El Espanyol arrancó mejor en un partido donde ambos sabían que había mucho en juego. El Oviedo, quizás intimidado por la presión de un público que fue el número 12 desde el inicio, dio varios pasos atrás y cedió todo el protagonismo a los locales.
Los periquitos dominaban, pero los nervios se reflejaban en el campo con muchas imprecisiones. Los carbayones, sabedores del gran botín que tenían entre manos, aceptaban su papel y arañaban algunos segundos al reloj siempre que podían. Unas pérdidas de tiempo que no cesaron durante los primeros 45 minutos y que acabarían siendo letales para los visitantes.
Llegaba el minuto sagrado en el templo blanquiazul y con él el primer aviso serio de los locales. Nico servía un córner al que no llegaría a rematar cómodamente Omar y todo quedaba un aviso. El Oviedo, que tampoco había venido a pasearse, aprovechaba el contraataque de la misma acción para forzar la primera amarilla del partido, para Cabrera, y el primer susto para el Espanyol al remate del saque de falta.
Tres minutos de locura para cambiar la eliminatoria
Los visitantes crecían, pero la grada se encargó de reconectar a los jugadores de Manolo González al partido. Cada error del rival se celebraba y cada córner se cantaba como un gol. Las gradas de Cornellá-El Prat no dejaron solo a su equipo y los suyos se encargaron de responder.
Jofre y Omar. Omar y Jofre. La banda derecha del Espanyol tiene dos perlas de la cantera que se encargaron de crear las acciones más peligrosas: Primero era el marroquí quien ponía un pase atrás para remate de Nico y, más tarde, Jofre volvía loca a la defensa visitante para servir un pase tenso que Dani Calvo estuvo a punto de introducir en su propia portería.
Dos acciones que fueron la antesala de tres minutos absolutamente locos. Nico ponía un centro desde el córner izquierdo de la portería de Leo Román para que Javi Puado rematase dentro del área pequeña y enviara el balón al fondo de la red. Explotaba el Stage Front Stadium. El capitán se señalaba el escudo y los jugadores empezaban a creérselo.
La eliminatoria estaba empatada y el árbitro añadía tres minutos por las constantes pérdidas de tiempo de los visitantes. Dos le sobraron a los periquitos, que alzaron el vuelo con otro gol que volvía a salir de las botas de Puado después de una gran dejada de Pere Milla.
El banquillo blanquiazul saltaba corriendo hacia el córner y hacían una piña para celebrar que acababan de darle la vuelta a la eliminatoria en apenas tres minutos de locura. Ahora quedaba lo más difícil: resistir las acometidas de un Oviedo que no tenía nada que perder.
El Oviedo arrancó mejor la segunda mitad
Luis Carrión no quiso esperar ni un solo segundo y al salir del vestuario daba entrada a Borja Sánchez y Abel Bretones en lugar de Sebas Moyano y Pomares. Parecía despertar un Oviedo que tuvo hasta tres llegadas en los primeros cinco minutos de la segunda mitad.
Ahora era el Espanyol quien debía gestionar los nervios y su ventaja. Una tarea que el público se encargó de facilitarla y que vería sus frutos con una ocasión de Nico Melamed. Jofre, que continuaba imparable, también trataba de sorprender con dos disparos desde la frontal.
El Oviedo, más movido por el corazón que por la cabeza, no acababa de encontrar su sitio en el partido y Carrión dio entrada a un genio de la talla de Santi Cazorla. El centrocampista asturiano revolucionó el partido y los visitantes gozaban de una oportunidad clara en el minuto 65 con un centro desde la izquierda que salvó Cabrera en boca de gol.
Sant Joan García fue salvador una vez más
Tocaba sufrir y el público no dejaría que los suyos lo hicieran solos. Manolo González daba entrada a Brian Oliván en sustitución de un Pere Milla amonestado y que se marchaba ovacionado por el público, encontrando así su redención con la parroquia blanquiazul.
También se marcharon ovacionados Nico Melamed, perdonado desde hace semanas, y Keidi Bare en unos cambios que dejaban un sabor a despedida. Pero el que se llevó el premio gordo fue Puado, que con su cambio ponía en pie el estadio por tercera vez en el partido.
En los minutos finales el partido se rompió por completo y ambos tuvieron ocasiones. De hecho, el Oviedo pudo empatar la eliminatoria en el tiempo añadido, pero precisamente hoy, Sant Joan García no podía irse sin su parada milagrosa. El hombre de hielo, una vez más, salvando al equipo. Y una vez más, cuando más lo necesitaban los locales, el público respondió.
Bufandas al viento y cánticos que hicieron rugir un estadio que se convirtió en el tercer pulmón de cada uno de los jugadores que estaba sobre el verde. El árbitro pitaba el final y la afición invadía el campo para celebrar una temporada que, tanto por lo bueno como por lo malo, quedará escrita en la historia del club.