Cuatro capítulos, muchos golpes y sangre. Lo que podría ser una breve y mala sinopsis de una película de Quentin Tarantino, es el resumen de un partido muy pobre entre Espanyol y Valladolid (0-0). El estadio José Zorrilla era el escenario perfecto para el reestreno de una película que se ha proyectado hasta 84 veces en primera división y que prometía ser todo un blockbuster en la categoría de plata del futbol español. Sin embargo, los actores no estuvieron a la altura de las expectativas. 

Capítulo uno: Golpes, sangre y lesiones

El primer capítulo del partido era uno de esos lentos que sirven para ubicarte en las películas. El Valladolid sabía en todo momento de la importancia de no encajar y esperaba las acometidas de un Espanyol que se entretenía en un ejercicio de posesión plana y falta de ideas. Los de Manolo González tenían el balón en campo rival, pero no transmitían ninguna sensación de peligro. El tiempo pasaba y nadie se atrevía a asumir el rol de protagonista en una película que no tardó en convertirse en un film de acción.

En apenas media hora el balance era bélico: cuatro amarillas, dos lesionados y apenas la mitad de minutos jugados. La permisividad inicial del árbitro perdonó una posible expulsión de Masip por agarrar el balón fuera del área, se cobró el tobillo de Jofre Carreras, sustituido antes del minuto 20 por el joven Antoniu Roca, y la nariz de Anuar, que no paraba de sangrar y que dejó una estampa de lo más fiel a una escena de Tarantino. La hemorragia del '23' de los vallisoletanos era imparable y el jugador aguantó hasta la media hora, cuando volvió a recibir un golpe en la nariz y se vio obligado a dejar su sitio para la entrada de Lucas Rosa.

Jofre tuvo que ser sustituido por lesión durante el Valladolid - Espanyol / Foto: @RCDEspanyol

Mientras tanto, Martin Braithwaite intentaba, una jornada más, hacer la guerra por su cuenta: el danés conseguía deshacerse de Tárrega con caño incluido y rascaba un córner. Poco más hacía el Espanyol. Poco más merecían los blanquiazules. A diferencia de las películas, en el fútbol no puedes desperdiciar balas y esto es justo lo que los periquitos parecían no entender. Cada balón parado, era una bala desperdiciada para un equipo que, tras 30 minutos de partido, seguía sin encontrar su sitio. 

Capítulo dos: Lucas, el señor Rosa

La entrada de Lucas Rosa marcó un punto de inflexión en el partido. Como el Señor Rosa en Reservoir Dogs, Lucas se mostró el más astuto e inteligente con sus movimientos en el campo. El brasileño se propuso como la referencia ofensiva de su equipo y acaparó el foco de atención en la mayoría de los ataques de su equipo. El árbitro añadía siete minutos de tiempo extra y el Valladolid despertaba gracias a Rosa.

Un centro desde la banda derecha buscaba precisamente al brasileño y, en el despeje, Sergi Gómez no atinaba a despejar y dejaba un balón muerto para el chute de Adrián Arnun. Joan García reaccionaba rápido y detenía un balón que se había convertido en un screamer para los espectadores visitantes. No sería el único: en la siguiente acción, los blanquiazules fallaban en la salida y estaban a punto de pagar muy caro su atrevimiento. Ya en el último minuto, Lucas Rosa remataba un centro que se iba rozando el palo y estaba a punto de imitar a su homónimo hollywoodiense llevándose los diamantes antes de huir hacia el vestuario.

Cabrera durante el Espanyol - Valladolid / Foto: @RCDEspanyol

Capítulo 3: Cordero Vega, el señor Rubio

Se reiniciaba el partido con un Valladolid que seguía acelerando y disponía de más ocasiones para adelantarse en el marcador. Sin embargo, el protagonismo se lo llevaba Cordero Vega, el árbitro del partido. Como si se tratase del señor rubio, disparaba sin ningún tipo de remordimiento y seguía con su espectáculo de tarjetas amarillas: en menos de diez minutos, ascendía la cifra de cuatro a seis las tarjetas del partido. 

Pero el pináculo de su actuación llegó a los 20' minutos de la segunda mitad. Un centro desde la banda derecha del Valladolid buscaba a Monchu, cubierto por Antoniu Roca y se encontraba con un mal despeje de Joan García. Ese sandwich de jugadores se saldaba con un penalti a favor del Valladolid hasta que, desde el VAR, avisaban al señor rubio para que se acercase a revisar su decisión. Como una tortura a dos bandas, Espanyol y Valladolid veían como estaban a punto de perder su oreja. Cordero Vega se retractaba y anulaba la pena máxima, salvando la oreja de los blanquiazules. Pero no por mucho tiempo.

En la siguiente acción, Nico Melamed simulaba un penalti y veía la segunda amarilla, siendo expulsado a falta de 25 minutos para el final del partido. Pero, por si no fuera poco, los locales disponían de una ocasión clarísima que salvó Joan García. El portero periquito se vestía de señor Naranja para salvarle la vida a un equipo que estaba a punto de ser sentenciado.

Capítulo 4: Un western con pistoleros sin puntería

Tarantino siempre había tenido el deseo de realizar un western y este partido, para no romper con su cometido, regalaba a los espectadores una exhibición de tiro protagonizada por los pistoleros locales. Negredo, Monchu, Raúl Moro y Salazar probaban una y otra vez a un Joan García cuya misión principal era la de mantener con vida a su equipo. Se seguían abriendo historias paralelas: el señor Rosa seguía poniendo el peligro para llevarse los diamantes junto a unos pistoleros vallisoletanos que no afinaban su puntería, el señor Naranja salvaba al Espanyol y, en medio de todo este lío, el señor Rubio no cesaba en su tortura a los aficionados y regalaba 10 minutos más de película.

Suficiente para la aparición puntual de Pere Milla como Django. El de Lleida buscaba reunirse con un viejo amor y conseguir su redención. Y estuvo a punto de conseguirlo en el chute de una falta directa que, por primera vez en todo el partido, desafiaba a Jordi Masip. El partido se rompía por completo y todos los actores eran protagonistas de 22 historias paralelas dentro de un film frenético y sin orden. Con esto llegaba el final del partido y una calma que no sirve a nadie. Por su parte, el Valladolid se conforma con seguir sumando para mantenerse en posición de ascenso directo, pero no está contento al desperdiciar un partido en el que ha estado media hora un jugador más y donde podría haberse llevado tres puntos que habrían sido diamantes.

Braithwaite durante el partido Valladolid - Espanyol / Foto: @RCDEspanyol

Mientras tanto, el Espanyol sigue envuelto en su mala dinámica de juego, pero suma un punto en un campo complicado. El botín sabe a poco porque no le sirve para nada a los blanquiazules en su objetivo de ocupar posiciones de ascenso directo. Sin embargo, por irónico que pueda parecer, los periquitos deben dar gracias de no irse con las manos vacías teniendo en cuenta el devenir del partido. Llegados a este punto, el club debería reflexionar seriamente sobre la situación de un equipo que parece haber ido a peor con el paso de los meses por culpa, en parte, de las malas decisiones sistemáticas que se han ido tomando. Aún no es tarde, pero la película se está empezando a acabar para los blanquiazules.