De una manera u otra, todos conocemos aspectos del mundo del deporte. Quizás habéis practicado algún deporte en primera persona, o bien sabéis de alguien que lo haya hecho. Y, incluso, podéis conocer a alguien que se haya dedicado profesionalmente. Vivimos rodeados de fútbol, baloncesto, tenis y, ahora, vela (nunca habría pensado que añadiría la vela a una lista de los deportes más populares), pero hay centenares de deportes minoritarios que no tienen tanta presencia mediática y que enseñarían una manera diferente de competir.

El Extreme Barcelona es un gran escaparate para los deportes urbanos, un conjunto de disciplinas a menudo muy estereotipadas y poco conocidas. Este fin de semana, el Parque del Fórum se ha convertido en una auténtica fiesta. Porque, a pesar de tener que decidirse algunos campeonatos del mundo y otros nacionales, el ambiente no tiene nada competitivo, en el sentido tóxico de la palabra. Acostumbrados a ver peleas e insultos en muchas ocasiones a ciertos deportes, vivir la competitividad de los deportes urbanos es una experiencia chocante. Hoy hemos podido hablar con muchos de los protagonistas de este fin de semana, jóvenes atletas que entraron en el mundo de los deportes urbanos como pasatiempo, y que han acabado viajando por todo el planeta con un grupo de amigos para disfrutar de lo que más les gusta.

 

Sin amigos no vas a ningún sitio

El freestyle trampoline ha vivido un crecimiento impresionante en los últimos años, por eso el Extreme ha decidido traerlo a Barcelona. Todos y todas las participantes quieren coronarse como campeonas del mundo, pero nadie lo diría viendo cómo celebran los trucos de todas las rivales como si fueran los suyos propios. Nicole Steiner (19 años, Suiza), subcampeona del mundo el año pasado en Londres, lo tiene bien claro: "Aquí somos todas amigas, hemos creado una comunidad increíble donde lo más importante ya no es ganar. Si mi amiga lo hace tan bien que queda por delante de mí, estaré tanto o más contenta que si lo hiciera yo misma". Podría sonar a mentira, como cosas que se dicen para quedar bien, pero los gritos de alegría de todas las participantes cuando otra clava un salto complicado no tienen nada falso.

Y lo mismo pasa en la competencia masculina. Un compatriota de Nicole, Robin Steiner, celebró su primer título mundial también en Londres ahora hace un año. Ha llegado a Barcelona con el mismo objetivo, pero sabe cuál es la esencia de este deporte: "Yo empecé a saltar hace 7 años en mi pueblo. Desde el principio, lo que más me gustaba era la gente. Nos juntábamos muchos niños de 12-13 años después de la escuela, mirábamos vídeos de Youtube e intentábamos copiar los trucos. Siempre nos hemos ayudado todos, intentando que todo el mundo lo hiciera lo mejor posible". Steiner se ha convertido en un referente del trampolín, pero no ha dejado atrás este espíritu: "A muchos de mis rivales los conozco desde hace años. Somos todos amigos, dentro y fuera de la competición. Es más, uno de mis rivales hoy es uno de mis mejores amigos. Empezamos a entrenar juntos hace 7 años y desde entonces hemos pasado la vida juntos. Poder estar en el Extreme Barcelona con él es lo más especial de este fin de semana".

Rivales o amigos, no hay diferencia / Foto: Extreme Barcelona

Pero este no es solo el caso de los deportes nuevos. Por todo el mundo es conocido el buen rollo de los skaters. Sin embargo, ¿es lo mismo en las competiciones? Brandon Valjalo (26 años, Sudáfrica), es uno de los grandes atractivos de este fin de semana. Dos veces participante olímpico, llega a Barcelona con un objetivo claro: "Todo lo que queremos es hacer crecer los deportes urbanos, pasarlo bien y tener la mejor experiencia posible. No siempre podré disfrutar de un verano en Barcelona con compañeros así". Y esta es la tónica general del Extreme Barcelona. Brandon estuvo en Tokio 2020 y justo acaba de participar en París 2024: "Ha sido tan diferente, que no lo puedo expresar suficiente. Poder competir con tanta gente que comparte tu pasión y hacerlo delante de tanta gente que grita por ti y celebra todo lo que haces es indescriptible. Y aquí, en el Extreme, es espectacular. Podemos disfrutar no solo del skate, sino de muchos deportes urbanos donde todo el mundo anima a sus compañeros, es magnífico. Todos estamos aquí por los trucos, no es como cualquier otro deporte en el que no quieres que tus rivales lo hagan bien. Solo queremos ver los trucos más increíbles y queremos que todo el mundo lo haga lo mejor posible".

El deporte urbano no conoce de géneros, edades ni clases sociales. En una misma competición puedes ver gente de perfiles completamente diferentes disfrutando del espectáculo. Y quien más nota este ambiente son los más jóvenes. Así nos lo explica Lola Martínez, que con 17 años ya ha conseguido 3 medallas (2 bronces y 1 oro) en campeonatos de España de break dance y que ha llegado a Barcelona para defender su título: "He bailado toda mi vida, haciendo hip-hop, contemporáneo y otras cosas. El break dance nunca me había gustado demasiado, pero hace 4 años hice un grupo de amigos que hacían, y me animaron mucho a probarlo. Cuando hice la primera competición, me enamoré. Con los compañeros y rivales el ambiente es muy bonito. Y es extraño, porque hay unas diferencias de edad importantes. En sénior, mi grupo, hay gente como yo de 16 o 17 años, y otros que ya tienen 30". Y eso es precisamente porque el principal objetivo que tienen es pasarlo bien y que todo el mundo se marche a casa queriendo volver.

Las nuevas generaciones de los deportes urbanos / Foto: Extreme Barcelona

La importancia de la representación

El problema de los deportes minoritarios es precisamente este, que son minoritarios. Si no tienen repercusión mediática, cuesta más que la gente los vea y se quiera dedicar, pero si la gente no se dedica, no conseguirán esta repercusión. Por eso es tan importante el buen ambiente que destacan los participantes. Lola y Robin ya lo comentaban, si no fuera por los amigos que hicieron rápidamente y el apoyo que se dan entre ellos, no habría sido la misma experiencia. En este sentido, un gran escaparate para estos deportes son las redes sociales. "Yo decidí empezar a saltar cuando vi unos vídeos increíbles en internet. Yo quería hacer lo mismo, y busqué algún sitio donde hacerlo", explica Robin. Tanto él como Nicole lo tuvieron más fácil que otros participantes, porque "en Suiza tenemos buenas infraestructuras para practicar este deporte, y durante la pandemia había gimnasios que dejaban entrar a menores de edad para practicar", dice Nicole.

Varios países europeos han apostado por estos deportes minoritarios, y las nuevas generaciones están teniendo muchas más oportunidades. Los representantes actuales también luchan por el crecimiento de sus disciplinas y animan los más jóvenes a seguir entrenando: "Yo nunca he tenido entrenador, siempre he sido yo solo con mis amigos. Ahora que he llegado donde estoy, he empezado a ser yo el entrenador de muchos niños que quieren seguir mis pasos. Muchos de ellos están aquí conmigo compitiendo en la categoría júnior, y estoy muy orgulloso de poder ayudarlos", explica Robin. Además, acontecimientos como el Extreme Barcelona también ayudan mucho, porque la campaña de marketing llega a todo el mundo. Solo hay que decir que, en la competición de trampolín, había scouts del Cirque du Soleil buscando jóvenes promesas para integrar en su equipo.