Que el Barça vuelva a caer en la fase de grupos de la Champions, por segunda temporada consecutiva, es una decepción enorme para el barcelonismo. El club, en todos sus estamentos, creyó que los múltiples refuerzos darían para pelear por todos los títulos, y se ha visto que no es así. El club blaugrana había superado el golpe del curso pasado, o eso pensaban, porque la debacle de esta temporada se ha vivido con más resignación que rabia, como si fuera una página más de las múltiples decepciones europeas de los culés.
Robert Lewandowski, contagiado de la resignación barcelonista en Europa
Incluso los recién llegados al equipo esta temporada, encabezados por Robert Lewandowski, se han contagiado de esa misma sensación. El polaco tiene cifras muy buenas desde su llegada al Barça, aunque muchos le recriminan que en los partidos grandes no haya estado tan acertado. En la Champions League, pese a que ha marcado cinco goles, tres fueron contra el Viktoria Pilsen en la primera jornada, y los otros dos, en la cuarta jornada, para rascar un empate contra el Inter para alargar la agonía dos semanas más, hasta este miércoles.
Lewandowski mantuvo vivo al Barça una jornada más, pero en ninguno de los dos partidos contra el Bayern, ni en Milán, ni en el Clásico, ha conseguido marcar. Nadie lo discute en el Barça, y es que el mayor problema que puede haber entorno a él hace referencia a su propia frustración. Porque su fichaje fue vendido como la pieza que iba a elevar definitivamente al Barça de nuevo a la élite europea, y sus números así lo hacían imaginar. Porque llevaba 10 años seguidos, desde que estaba en el Borussia Dortmund i su etapa posterior en el Bayern, pasando de la fase de grupos de la Champions.
Frustrado, se marchó del campo cabizbajo y sin hablar con nadie
En su primera temporada fuera de Alemania, ya ha caído. Es un jugador de Champions. No solo eso, sino que es de los mejores futbolistas del mundo, y ayer vio como esta temporada, como mínimo, jugará la Europa League. Durante el partido, mientras iban cayendo los goles de sus excompañeros en el Bayern, su rostro expresaba más y más frustración.
Con el pitido final, los jugadores se acercaron a la Grada de Animación, que no dejó de alentarlos durante todo el partido, y Lewandowski también. Aunque su cara era un auténtico poema. Superado por las circunstancias, se retiró hacia el túnel de vestuarios cabizbajo y esperando que solo fuera una pesadilla. Pero no. La semana que viene, contra el Viktoria Pilsen, el Barça y Robert Lewandowski cerrarán su participación en la Champions.