Los goles de Mariona Caldentey y Salma Paralluelo en la prórroga le han dado el billete al Barça para la final de la Supercopa femenina (3-1) después de superar al Real Madrid en el Clásico más complicado de los doce que se han jugado. Sin embargo, el resultado ha sido el de siempre: victoria blaugrana. Pintaba a victoria cómoda con el gol inicial de Clàudia Pina, pero un gol de falta de Weir y la expulsión de Irene Paredes han acabado forzando la prórroga.
Ventaja mínima al descanso con el gol de Clàudia Pina
Desde el silbato inicial, las de Jonatan Giráldez han salido con la idea muy clara de desencallar cuanto antes la eliminatoria. Durante toda la primera mitad, el juego se ha desarrollado no demasiado lejos de la portería de Misa. En los primeros diez minutos, las llegadas de Geyse o Clàudia Pina, de las más activas, no han desembocado en gol. Para el Real Madrid, la primera mitad se ha desarrollado como si fuera la tortura de la gota china. El goteo de llegadas barcelonistas tenían que deshacer la resistencia madridista, y esta se ha hundido a mediados del primer tiempo.
En una jugada 100% fabricada en Can Barça, con una asociación entre Aitana Bonmatí y Clàudia Pina, la seis blaugrana ha bordeado la frontal y ha lanzado un tiro raso al paso izquierdo, imposible para la estirada de Misa. El dominio barcelonista era absoluto, y el marcador era tan corto como peligroso. Lo sabía el Barça, que ha buscado con insistencia el segundo gol antes del descanso, para evitar sustos no deseados. Pero ni Rolfö, por partida doble, ni tampoco Pina o Patri Guijarro han podido marcar el gol de la tranquilidad.
El empate de Weir y la expulsión de Paredes envían la semifinal a la prórroga
El escaso marcador a la media parte daba vida a un Real Madrid que basaba todas sus esperanzas en poco menos que un milagro. Y lo ha acabado encontrando, por partida doble. Primero, una falta en la frontal la ha aprovechado la escocesa Caroline Weir, con un gran disparo, para empatar de forma sorprendente en la primera ocasión merengue de todo el partido. El destino parecía tener preparado una noche amarga para el Barça cuando, seis minutos después, una imprudencia de Irene Paredes ha acabado con la central expulsada, ya que tenía una tarjeta de la primera parte.
Con media hora por delante, el marcador estaba igualado y el Barça tenía una jugadora menos, lo que dejaba un guion nunca visto en las once ediciones anteriores del Clásico. Además, en el horizonte se empezaba en vislumbrar la posibilidad de la prórroga, con la incógnita de saber a quien podría favorecer media hora extra. Al Real Madrid se le ha visto nervioso ante la posibilidad de superar por primera vez al Barça, y casi lo aprovecha la brasileña Geyse para robarle la cartera a la portera Misa y evitar la prórroga.
El Barça salva los muebles en la prórroga
El cansancio ha hecho acto de presencia, sobre todo, en Geyse, que se lo ha dejado todo hasta el minuto 88, cuándo ha entrado Oshoala para amenazar con su velocidad a la defensa madridista, sobre todo, pensando en la prórroga que se ha acabado jugando. De hecho, la primera ocasión del tiempo extra la ha tenido la nigeriana, desviando ligeramente un centro de Mariona pero sin poder dirigirlo entre los tres palos, en la que ha sido la única ocasión de la primera parte, en buena medida, por una intervención de Mapi León para evitar el tiro de Esther.
En los últimos 15 minutos, el Madrid ha salido mejor y ha tenido dos ocasiones muy claras, la primera mal invalidada por un fuera de juego inexistente. Empezaba a sobrevolar la la idea de los penaltis, en plural, pero al final solo ha hecho falta uno. El que ha provocado Lucy Bronze y ha transformado Mariona Caldentey en el minuto 110. El Madrid lo ha intentado a la desesperada, pero un error en salida de pelota ha acabado en asistencia de Oshoala para que Salma Paralluelo sellara el triunfo culé, que jugarán el domingo (12.00h), contra la Real Sociedad buscando su tercera Supercopa