Los rivales están avisados. Leo Messi, como ya anunció durante la pretemporada, tiene una obsesión: volver a ganar la Champions League después de tres años. Su hat-trick, sumado al gol de Ousmane Dembélé, resuelve el debut contra el PSV Eindhoven y catpulta al Barça hasta la primera posición del grupo B (4-0).
Las pruebas, para otro día
Ernesto Valverde tenía la lección bien aprendida. En Europa, los experimentos se pagan caro. Y por eso ha decidido jugar con su once de gala, el mismo que utilizó para remontar en San Sebastián. Philippe Coutinho se estrenaba en la Champions vestido de blaugrana al lado de Messi, Luis Suárez, Dembélé, Ivan Rakitic, Sergio Busquets y compañía.
El equipo, que inauguraba el nuevo horario de las siete de la tarde, ha visto cómo las graderías se han ido llenando poco a poco durante toda la primera parte. En un escenario ideal para jugar a fútbol, el Barça ha empezado enchufado contra un PSV que no ha traicionado el plan de Mark Van Bommel. Los holandeses, casi siempre al contragolpe, no han renunciado a la portería de Ter Stegen y han tenido la primera gran ocasión, pero Gastón Pereiro ha enviado su disparo desde la frontal del área a las nubes.
El Barça jugaba contra su pasado. Por las llegadas del rival y el fantasma de Roma, convertido en combustible. Steven Bergwijn enviaba fuera otro disparo mientras Messi hacía lo imposible por dar continuidad al juego del equipo. Primero, desde la banda derecha. Después, desde cualquier rincón del campo. Coutinho, otra vez como medio, avisaba con un cabezazo mientras las carreras de Dembélé despertaban los aplausos de la grada, pero desesperaban a sus compañeros.
El partido entraba en un terreno peligroso para el Barça. Pasaban los minutos y sus ataques siempre acababan en las manos del portero Jeroen Zoet. El guion ha cambiado con una falta en la frontal del área del PSV. Messi ha plantado el balón y los 73.462 espectadores han cerrado los ojos. Esta jugada la han visto mil veces. No hace falta ni esforzarse para recordarla. Su pie izquierdo ha acariciado la pelota para dibujar una parábola perfecta y limpiar la escuadra de Zoet. 14 temporadas consecutivas marcando en la Champions para apuntarse otro récord de videojuego.
El talento al rescate
El Barça ya jugaba con ventaja, pero no tenía el partido bajo control. Los 13 disparos en la primera parte, la mayoría desde fuera del área, sólo habían tenido un premio. El equipo necesitaba tener más fluidez, sobre todo en ataque, donde no conseguía crear ocasiones claras de gol. Además, en defensa regalaba metros y tenía que correr hacia atrás.
El PSV empezaba a creerse que podía volver hacia Holanda con algún punto en el bolsillo. Gerard Piqué y Ter Stegen salvaban el empate. El partido se había convertido en un intercambio de golpes. El Barça jugaba a la ruleta rusa. Coutinho rozaba el segundo gol y Suárez chocaba con el larguero. Los holandeses, muy inocentes, no se encogían y aceptaban el nuevo escenario.
El talento, otra vez, ha desnivelado la balanza. Dembélé, intuitivo, ha hecho un control orientado para superar a dos rivales, conducir con la cabeza alta y hacer el 2-0 con un disparo lejano. Jugada definitoria de un futbolista que encadena cinco partidos marcando. El gol ha acabado con cualquier intento de rebelión.
Messi, pero, tenía ganas que los forofos amortizaran un poco más el precio de la entrada aprovechando asistencias de Rakitic y Suárez. Los dos pases consecutivos a la red suponen su octavo hat-trick en Europa, un registro que no resiste comparaciones y ayuda a olvidar la expulsión de un revolucionado Samuel Umtiti, que no jugará contra el Tottenham a Wembley.