En unos días en que todo el mundo parece tener un sueño, Roger Federer no ha perdido la oportunidad de vivir su particular La la Land en Melbourne. El suizo, considerado el mejor tenista de toda la historia, rompió con el maleficio de acumular seis semifinales perdidas consecutivamente en el Open de Australia. El domingo estará en la final, la vigesimonovena de su carrera en un Grand Slam, contra el vencedor del Rafa Nadal-Grigor Dimitrov (viernes, 09.30 hora catalana).
Federer cumplió con su sueño al derrotar a su compatriota Stan Wawrinka por 7-5, 6-3, 1-6, 4-6 y 6-3. “Sé que estoy en un proceso de vuelta, pero tengo derecho a creer, y a soñar”, había dicho Federer, 35 años, ex número uno del mundo y hoy clasificado en el puesto 17, después de un 2016 en el que apenas jugó en una decisión, que le dolió pero que tuvo que adoptar para dejar de saltar a la pista tomando analgésicos.
En Melbourne, donde ha salido triunfador en cuatro ediciones, Federer ha vuelto a encontrar su mejor tenis y físicamente ha demostrado estar en buena forma. Sin embargo, ante Wawrinka jugó 80 minutos de ensueño en los que estuvo sólido con su saque (siempre lo ganó), llevó la iniciativa y definió muchas veces en la red y abrazó el triunfo con dos sets a su favor. Estuvo tan a gusto en la pista que parecía bailar.
La estadística en ese momento decía que Federer no podía dejar escapar su sueño de volver a estar en una final. Con Wawrinka tenía un parcial de 18 triunfos por sólo 3 derrotas. Pero, además, Federer sólo había perdido dos partidos de Grand Slam después de ir ganando 2-0, y, en Australia, concretamente, acumulaba un contundente 69-0. Nunca había perdido.
Wawrinka también podía soñar. Él había levantado seis veces en su carrera un 0-2, y poseía un dato aún más poderoso: los 12 últimos partidos de Grand Slam los había ganado. ¿Por qué no 13 aunque estuviera delante de su respetado ídolo?
Dos partidos
Wawrinka pidió un descanso y se marchó al vestuario. Volvió con una cinta a la altura de su rodilla derecha. Pero no fue lo único que cambió. Su juego mejoró. Fue otro partido. Tanto que condujo a Federer a un quinto set. Aprovechó que el servicio de Federer decayó, que las subidas a la red ya no fueron tan certeras y que, en cambio, él estuvo más inspirado.
Y la semifinal suiza llegó al set decisivo con los dos tenistas cansados. Federer, que nunca se le había visto tomar un tiempo para ir al médico en un partido, lo necesitó y lo aprovechó. Sobre el papel, Wawrinka tendría mejor final que Federer, cuatro años mayor. El partido era cada vez más incierto y cerrado. Perdería el que se pusiera más nervioso. Federer levantó pelota de 1-2, y también otra para 2-3. Al final, quien menos aguantó la presión fue Wawrinka que entregó el sexto juego, a las tres horas de juego, con su segunda doble falta del match para dejar a Federer 4-2.
No falló el ex número uno, que sacó con 5-3 para convertirse en finalista. Tenía derecho a soñar como cualquier joven que empieza, él que lo ha ganado todo y que es el más grande de todos los tiempos. Y no falló.
Si Nadal vence a Dimitrov, Australia y el mundo del tenis tendrá la final de los viejos rockeros, la final soñada, su final La La Land.
Open Australia: Semifinales cuadro masculino
Roger FEDERER (SUI) -17 | 7 | 6 | 1 | 4 | 6 |
Stan WAWRINKA (SUI) - 4 | 5 | 3 | 6 | 6 | 3 |
Rafael NADAL (ESP) - 9 | |||||
Grigor DIMITROV (BUL) - 15 |