En medio del fervor de la Eurocopa, el FC Barcelona dirige su mirada hacia el cierre de la temporada y la apertura del mercado de fichajes. Con la llegada de Hansi Flick al banquillo culé, el club se embarca en ajustes financieros cruciales y la planificación para posibles contrataciones. La llegada del nuevo entrenador trae consigo cambios estratégicos y deportivos, entre ellos, la dolorosa perspectiva de despedir a algunas de sus jóvenes promesas.

Uno de los nombres que resuena con fuerza como posible partencia es Ansu Fati. El talentoso delantero, quien ha estado cedido al Brighton & Hove Albion en la Premier League, regresará a Barcelona este julio al concluir su vínculo con los ingleses. Flick tendrá la oportunidad crucial de evaluar a Fati, pero si no logra convencer al nuevo técnico, el internacional español cuenta con ofertas firmes de varios clubes de LaLiga, entre ellos el Sevilla y el Betis.

Ansu Fati Brighton / Foto: Europa Press

El Barça quiere agotar las opciones con Ansu Fati

A pesar de las especulaciones, el Barça está decidido a agotar todas las opciones antes de deshacerse de Ansu Fati. Mantienen la esperanza de recuperar al jugador que brillaba antes de su grave lesión de menisco en noviembre de 2020. Con su contrato vigente hasta 2026, el club ha diseñado un plan a ejecutar antes del próximo verano, consciente de que más allá del verano de 2025 podría negociar como agente libre su salida del equipo.

La idea de una cesión ha sido descartada. El Barça ha aprendido de amargas experiencias con jugadores que, tras múltiples préstamos, abandonan el club sin dejar ganancias significativas, devaluados por la falta de minutos en el campo. Por lo tanto, el enfoque ahora radica en otorgarle a Hansi Flick la responsabilidad de darle a Ansu Fati el máximo de minutos posible durante la pretemporada.

Esta estrategia no solo busca determinar si Fati puede ser recuperado para el primer equipo, sino también atraer el interés de otros clubes y, así, incrementar el valor de su eventual transferencia. El FC Barcelona se enfrenta a un dilema complejo: equilibrar las expectativas de los aficionados con las necesidades financieras y deportivas del club en un periodo de transición.