Hay dos vertientes en el juego de Gavi. El paradigma de interior que Xavi Hernández quiere que haga daño entre las líneas defensivas del equipo rival, y el futbolista que no duda a la hora de arremangarse y le gusta el contacto. Durante la noche de este jueves, la del Clásico, el '6' blaugrana asumió el rol de su segunda personalidad.
En este sentido, también hay dos corrientes de opinión sobre su manera de jugar. La de los aficionados del Barça, que consideran que Gavi es un futbolista intenso, trabajador y capaz de ofrecer el factor físico y agresivo diferencial en un medio del campo culé con más cerebro que corazón; y la de los aficionados del Real Madrid, que no tienen ninguna duda que en la ida de las semifinales de la Copa del Rey, el mediocampista andaluz tendría que haber sido expulsado.
Gavi, el funambulista del reglamento
Ciertamente, Gavi bordeó la legalidad del reglamento en varias ocasiones, pero si algo no se puede negar, es que el internacional con la selección española se mueve como pez en el agua en partidos de alta tensión. Que a Gavi le gusta ir al barro no es secreto para nadie, pero en el Clásico de este jueves, quedó señalado por hacerlo sin recibir ningún castigo en forma de tarjeta amarilla.
La primera pugna en que el futbolista blaugrana pudo ver la primera amonestación fue en una jugada con Eduardo Camavinga. Ambos jugadores disputaron un balón dividido, pero el culé propinó un codazo al francés que, no por disimulado, no significa que no fuera intencionado. Gavi escondió bien sus intenciones de ensuciar aquella jugada, pero la no amonestación de Munuera Montero en su acción incendió el Bernabéu y también las redes sociales.
No obstante, la gota que colmó el vaso fue cuando el sevillano volvió a sacar a pasear el brazo. Lo hizo en una acción en que presionaba a Militao, pero el brasileño fue quien llegó antes al balón y Gavi dejó su huella en la jugada dejando su antebrazo en el pecho del brasileño.
Gavi desquicia incluso a Ancelotti
El Santiago Bernabéu entró en cólera e, incluso, la figura más sosegada del madridismo también lo hizo. Carlo Ancelotti, en vista de que el mediocampista blaugrana ya había protagonizado dos acciones merecedoras — según su opinión — de tarjeta amarilla, empezó a protestar ostensiblemente al cuarto árbitro. La de Militao, tampoco fue castigada con ninguna amonestación. Y así, se llegará a una vuelta en el Camp Nou o la tensión ya está servida.