El Espanyol empata contra la UD Las Palmas y alcanza la permanencia matemática en la Primera División (1-1). Gerard Moreno, con otro gol, se erige en el mejor jugador de un equipo que vuelve a escuchar silbidos, pero afrontará las últimas tres jornadas sin la presión del descenso.

Una oportunidad de oro

El estreno de David Gallego en el RCDE Stadium suponía una ocasión única para el técnico del filial, solución de emergencia hasta final de temporada. Gallego sabe que entrenar al Espanyol es un escaparate mediático y también es consciente de que el club quiere levantar un nuevo proyecto cuidando los gastos al detalle. Las circunstancias lo han situado al frente del banquillo del primer equipo y tiene cuatro partidos para reivindicar su candidatura.

Hoy el Espanyol ha salido con una cara diferente con la que ganó la semana pasada contra el Girona en Montilivi. Cuatro cambios; la misma columna vertebral. La afición tenía que hacer un esfuerzo para encontrar alicientes para llenar el estadio contra el Las Palmas, un rival que ya hace días que está en Segunda División.

El equipo empezaba el primer día de puente a sólo un punto de certificar la salvación y acabar con una temporada para olvidar. El Espanyol necesitaba pasar página. Y ha salido sobre el césped con la intención de hacerlo a través de la pelota. Los primeros minutos hacían presagiar un partido vistoso porque los canarios ya no competían por el resultado.

Los remates de Óscar Melendo y Sergio García han sido un espejismo, porque el equipo ha empezado a bajar el ritmo para regalar espacios al Las Palmas, que lo fiaba toda al contragolpe. Un penalti por manos de David López después de un error clamoroso de Mario Hermoso ha servido en bandeja el 0-1 a Calleri, que ha engañado a Pau López.

Los silbidos de siempre

El Espanyol ha acusado el golpe del gol. Los de Gallego tenían la pelota, pero sin ninguna intención. Moreno estaba desaparecido y esta era la peor noticia. Dídac Vilà ha tenido el empate, pero la falta de práctica en el área rival ha hecho que su disparo se marchara demasiado desviado.

El descanso ha detonado los silbidos de una afición que se niega a aceptar la realidad que le toca vivir. Los poco más de 13.500 espectadores fieles merecían mucho más de un equipo que recuperó el amor propio en Girona.

Un partido con pocas atracciones se había transformado en una trampa para el Espanyol, que estaba obligado a superarla. Tenía 45 minutos para evitar la segunda derrota consecutiva en casa. La cabeza de Moreno ha estado a punto de suponer el primer paso de la remontada, pero su remate se ha estrellado en el travesaño. La suerte tampoco se vestía de blanquiazul.

El tesoro del Espanyol

Gallego ha buscado el cambio en el banquillo. Marc Roca ha vuelto a jugar después de una vuelta entera condenado al ostracismo. Ni él ni Leo Baptistao han conseguido reactivar un equipo que veía cómo se consumían los minutos sin poder hacer nada para evitarlo.

Cuando la gente empezaba a desfilar hacia casa, a falta de quince minutos por el final, Gerard Moreno ha vuelto a erigirse en el gran proveedor de alegrías. Su 15º gol en la Liga abría un nuevo escenario. El Espanyol tenía tiempo para ganar y alimentar su ego, descuidado después de tantos disgustos.

Sergi Darder, vestido de delantero, fallaba ante el portero Chichizola mientras Gerard se disfrazaba de jugador total: defendiendo, distribuyendo y atacando. Todas las pelotas lo buscaban a él, como si su bota izquierda estuviera imantada. Los canarios han flirteado con el 1-2 aprovechando el desgobierno, pero el marcador no se ha movido por ninguna de las dos bandas.

El Espanyol se salva con un partido discreto, en la misma línea de todo el año. Y los números ya le dan permiso para pasar página.