Es sabido que el gran objetivo de Gerard Piqué una vez cuelgue las botas es ocupar la presidencia del Barça. Su papel determinante en el multimillonario acuerdo que ha firmado el club con la multinacional japonesa Rakuten dibuja las primeras pinceladas sobre como podría actuar el presidente Piqué.
El jugador fue el encargado de poner en contacto a la junta de Josep Maria Bartomeu con el nuevo patrocinador durante el verano del 2015. Como si de un profesional del mundo del marketing se tratara, Piqué organizó una cena en San Francisco para que las dos partes pudieran intercambiar intereses. En casa de Hiroshi Mikitani, fundador y CEO de Rakuten, el Barça puso la primera piedra de uno de los mejores contratos de patrocinio deportivo del mundo. Y todo, gracias a un futbolista que ya ha demostrado que el término no le hace justicia.
"Piqué y su mujer Shakira son amigos próximos de Mikitani. Le conocimos y descubrimos a una gran persona. Allí hablamos de futuro, de sus intereses e iniciamos conversaciones. Estamos muy agradecidos a Piqué, es uno de los nuestros", ha explicado Bartomeu. El gesto del jugador en un negocio tan sobredimensionado como el del fútbol le hubiera restado algún cero a la cuenta corriente del club.
Su influencia trasciende las líneas del césped del Camp Nou y su deseo a largo plazo es poder ver todos los partidos desde el palco. No se ve de entrenador pero sí es un emprendedor. Propietario de una empresa de videojuegos como Kerad Games y con participación en Natrus, un negocio dedicado a la producción y distribución de carne de hamburguesas, Piqué se encuentra a gusto cambiando la pelota por los despachos. Tiene inquietudes que van mucho más allá del fútbol y el deporte, un factor que puede ser determinante a la hora de dar el salto a la presidencia.
El socio blaugrana, a día de hoy, no tiene dudas. Si Piqué se presenta, será presidente. A un jugador que ha ganado todos los títulos posibles, que siente el club como propio y defiende el equipo con tanta vehemencia y convencimiento no se le adivina rival.
Un líder particular
Xavi Hernández ya desveló en una reciente entrevista a la Cadena SER que Piqué tiene claro el organigrama que quiere implantar en el Barça. El mismo central ha reconocido que en algunas concentraciones jugaban a repartirse los roles. El equipo del defensa lo integrarían Carles Puyol como director deportivo, Xavi Hernández como entrenador del primer equipo y Sergio Busquets haciendo de ayudante. El organigrama supondría reunir, otra vez, a tres de los jugadores más importantes de la historia del club.
A todo ello, Piqué siempre ha sido uno de los portavoces del equipo -y a veces del club-. Su discurso es respetado porque nunca cae en tópicos ni es redundante. Es por eso que también se ha ganado enemigos con el paso del tiempo. Parte de la afición de la selección española -que dejará cuándo acabe el Mundial de Rusia del 2018- no ha perdonado sus dardos al Real Madrid o que se posicione a favor del derecho a decidir de Catalunya.
Desde que volvió al Barça en 2008, siempre ha sido titular indiscutible. En el vestuario, sin embargo, no lo ven como un candidato a capitán. "Me haría ilusión y me gustaría porque es un paso que me toca dar pero no ha sucedido. Nuestros capitanes -Iniesta, Messi, Busquets y Mascherano- son espléndidos y muy importantes. El brazalete es anecdótico porque todo el mundo sabe su papel dentro del vestuario y yo, naturalmente, ayudo en lo que sea", explicaba Piqué durante una conversación con Jordi Basté en TV3.
Quizás en el Camp Nou no le ven como capitán pero con el contrato de Rakuten ha dado otro paso para acabar de presidente.