El Barça ya no es el que era. No es ningún secreto que los blaugrana pasan por un momento muy complicado y necesitan más que nunca recuperar confianza mediante la consecución de los tres puntos en cada uno de los partidos que el calendario les brinde.
El equipo ya venía dolido de resultados decepcionantes obtenidos durante la temporada. El empate sin goles en Cádiz o el empate a uno contra el Granada en el Camp Nou han precipitado a los de Ronald Koeman a una situación de extrema necesidad en que no se pueden permitir ningún tropiezo. Si a eso le sumamos la derrota en el Clásico por 1-2, nos queda un Barça en novena posición hundido y desmotivado.
El Barça ya no intimida
Si ya los resultados contra rivales teóricamente inferiores son malos, no podemos pedir que el equipo compita contra clubes de primer nivel mundial. El Real Madrid se ha llevado los tres puntos del Camp Nou, como también lo hicieron Juventus (0-3) y PSG (1-4) en la pasada edición de Champions League, o el Bayern (0-3) el pasado mes de septiembre.
Estos desgraciados resultados dejan un balance de diez goles en contra y uno a favor que, no solamente hieren el orgullo culé, sino que la amenaza que suponía el Barça en la máxima competición continental ya se ha disipado. A veces, da la sensación que Koeman rehuiría los partidos de este estilo con el fin de no encajar más derrotas humillantes.
Una impotencia constante
Ya sabemos que la Champions League está lejos del alcance del Barça que estamos viendo durante este principio de temporada, pero es que en todos los partidos de exigencia mayor el equipo resulta inofensivo. Contra el Atlético de Madrid se repitió la historia. El equipo dirigido por Koeman tuvo la pelota y la movió con el fin de encontrar espacios, pero dos contraataques dirigidos por Joao Félix i Lemar fueron suficientes para derribar cualquier tipo de esperanza azulgrana.
El Benfica no tenía a priori el cartel de potencia futbolística y le encasquetaron tres goles al Barça, un resultado caótico que dejó el rol de entrenador de Koeman pendiendo de un hilo. Sin embargo, Joan Laporta apagó el fuego que encendieron Darwin Núñez y compañía y ratificó al técnico neerlandés.
Así pues, cada partido contra un rival que solía ser del mismo nivel del antiguo Barça, resulta ser un callejón sin salida para el Barça del presente. Se han acabado los grandes partidos donde dos gigantes intercambian golpes a ver a quien sale vencedor, ahora se trata de sobrevivir.