No sé si sabes que el domingo se disputa la final de la Eurocopa de fútbol entre Inglaterra e Italia. Quizás no lo sepas porque el fútbol te importa menos que a Pedro Sánchez las emisiones de CO₂ provocadas por la industria cárnica, o quizás no tienes ni idea porque en Catalunya, según Jordi Évole, TV3 no informa lo suficiente sobre los aciertos y las decepciones de la selección española de fútbol. Sea como sea, incluso si no tienes ni idea de qué es un fuera de juego, quizás el domingo por la noche acabas viendo una final de la cual no conoces nada. Ni que sea de rebote. Ni que sea por los ganchitos y las cervezas con los amigos. Ni que sea porque lo hacen por la tele y tu pareja es tan futbolera que se traga incluso los partidos de Tercera Regional. Por lo que sea y como sea, pues, aquí tienes un manual básico para ponerte en contexto y conocer en tres minutos todo lo que tienes que saber para disfrutar de un partido de fútbol entre dos selecciones de las cuales ahora mismo sólo sabes el nombre.
La Euro 2020 que se juega el año 2021
La primera cosa que debes saber es que en la Eurocopa de este año casi todo ha sido confuso. Para empezar, se denomina Euro 2020 a un torneo que se ha acabado jugando el año 2021 por culpa de la Covid-19, ya que la UEFA decidió no cambiarle el nombre "en memoria a la lucha contra la pandemia". Bien. Para continuar, ha sido una competición itinerante con sedes repartidas por todo el viejo continente, pero Inglaterra jugará el domingo la final después de haber jugado seis de sus siete partidos en Londres y, por lo tanto, con su afición en la grada. Vaya. Y para acabar, ya que hablamos de aficionados, ha sido el torneo donde en los estadios ha vuelto a entrar público con las medidas pertinentes de cada país. Ahora bien, si en miles de hogares algún niño le ha preguntado a su padre "Papa, ¿ya no hay coronavirus, verdad"? mirando un partido de la Euro 2020 es, simplemente, porque a la hora de la verdad ha habido gobiernos que han preferido reducir las restricciones y aumentar el aforo con el fin de favorecer su selección. Es el caso de Reino Unido, que ha acabado llenando Wembley en cuartos de final y semifinales, ya que el coronavirus es importante, pero ganar un partido de fútbol todavía lo es más. No fastidiemos.
El transcurso de la competición no ha ayudado a apaciguar este estado de confusión permanente. Ver selecciones como Dinamarca llegando a semifinales o equipos como Hungría competiéndole de tú a tú en Francia o Alemania, sin ir más lejos, ha hecho que incluso los más futboleros no supiéramos si la Eurocopa 2020 se estaba jugando el verano de 2021, el de 1992 o el de 1956. Nada ha causado tanta confusión, sin embargo, como el milagro sociológicamente inexplicable que Luis Enrique ha conseguido: hacer que miles de independentistas sintieran simpatía por la selección española. Por una parte, una España sin ningún jugador del Madrid parecía una España diferente y casi tan seductora como la Federación de Repúblicas Ibéricas que el presidente Macià se sacó de la manga, pero sobre todo porque la caverna mediática española -la que de España dice Españita- cargó con todas sus fuerzas contra el seleccionador español, contra la presunta poca españolidad de Laporte o contra la capitanía de una leyenda del Barça como Busquets. Al final, que La Roja saliera con la suya en esta Euro 2020, contra todo y contra todo el mundo, fue una alegría casi contracultural hasta que España empató contra Croacia y en Telecinco se pasaron quince minutos diciendo "A por ellos" como única arenga durante toda la prórroga.
Cuando la hipocresía es l'M.V.P. del campeonato
Asumámoslo: el fútbol es la única verdad, sí, pero está gestionado por piratas abonados a la falsedad. Una gran mentira de esta Euro 2020 ha sido la apuesta de la UEFA por la sostenibilidad a partir del programa Forever Green: con el pretexto de la Agenda 2030 de la ONU como horizonte, un grupo de voluntarios guiados por el Compromiso de Desarrollo Sostenible de la UEFA y preparados con chalecos verdes se han desplegado por media Europa informando a los aficionados sobre la importancia del reciclaje en los campos de fútbol. Magnífico, pensarás. Sí, y tanto. Lo que estos voluntarios no deben haber explicado, sin embargo, es que celebrar un torneo itinerante tiene una gran contrapartida para el medio ambiente: mientras en Francia el gobierno ha decidido apostar por el transporte en ferrocarril para evitar las emisiones CO₂ de los vuelos internos nacionales, en Europa veinticuatro selecciones se han movido constantemente -y absurdamente- por medio continente durante un mes, viajando cada dos por tres en aviones que no sólo contribuyen al calentamiento global, sino que provocan tantos gases de efecto invernadero como goles fallados por Álvaro Morata en esta Eurocopa. Es decir, un montón.
El catálogo de hechos hipócritas no acaba aquí, sin embargo, ya que es más largo que Manuel Neuer, el enorme portero titular de la selección alemana con aspecto físico de aviador de la Werchmarcht pero sensibilidad y conciencia social de romántico alemán que lee Goethe antes de ir a dormir. La UEFA no sólo lo sancionó por lucir un brazalete de capitán con la bandera de los derechos LGTBI, sino que pocos días más tarde el máximo organismo del fútbol europeo vetó que el Allianz Arena de Munich se iluminara con la bandera multicolor durante la Alemania vs Hungría, cortando de cuajo la iniciativa del alcalde de la capital bávara para mostrar su rechazo contra las leyes anti-LGTBI derogadas por el gobierno húngaro recientemente. Eso sí, al día siguiente la UEFA cambió su logotipo en Twitter e incluyó uno con el arco iris de fondo acompañado de un tuit donde argumentaba el apoyo del organismo y su respeto hacia una sociedad "más diversa e inclusiva". Un respeto más débil que la defensa de Eslovaquia, el único rival en cinco partidos que España ha sabido tumbar en noventa minutos.
¿Qué recordaremos de esta Eurocopa cuando acabe?
Que el danés Christian Eriksen cayó desplomado y nos heló el corazón a todos. Que sus compañeros demostraron al mundo qué significa la palabra "equipo" cuando, rodeando su cuerpo mientras se le hacía la reanimación cardiopulmonar, preservaron la privacidad de un momento tan traumático que las cámaras de televisión querían cazar con la ferocidad sagaz de un ave carroñero. Que Twitter tuvo que cancelar las búsquedas sobre "Eriksen" durante unas horas porque a los humanos nos puede más el morbo que el respeto. También otras cosas. Que Macedonia del Norte es el nuevo nombre de la antigua Macedonia, la de toda la vida. Que los años pasan por todo el mundo y Shevchenko se ha hecho viejo, pero decir su nombre sigue siendo una metonimia de toda Ucrania. Que el único país de Europa que no desea que pierda Francia es Francia. Que escuchar el himno de Italia cantado por sus jugadores da ganas de alistarse a la Expedición de los Mil camisas rojas y ponerse a las órdenes de Garibaldi para lo que haga falta.
Sobre todo, sin embargo, recordaremos que ha sido una de las mejores eurocopas de los últimos tiempos futbolísticamente hablando, con partidos emocionantes, ajustados y resueltos muchas veces en tandas de penaltis frenéticas. Que el V.A.R. ha demostrado ser un sistema eficaz y fiable en casi todos los casos, excepto el día que decidió conceder penalti al intento del inglés Raheem Sterling para competir en los Juegos Olímpicos de Tokio del mes que viene, pero en la especialidad de natación. Que ofrecer partidos de televisión en abierto, sin pagar, provoca que los "jóvenes que ya no miran fútbol" lo vuelvan a mirar, ya que quizás el problema no está en el deporte, sino en el abusivo precio para mirar partidos desde el sofá de casa. Ah, claro está, y lo más importante: que sí, que Operación Camarón es el estreno cinematográfico más esperado de este verano.