Al Barça le ha costado años hacerlo. Ha tenido que venir una crisis económica muy profunda y un entrenador de la casa como lo es Xavi Hernández para que el primer equipo vuelva a apostar por la Masia. Hoy, futbolistas como Gavi, Alejandro Balde, Lamine Yamal o Pau Cubarsí tienen un valor prácticamente incalculable para el club y, evidentemente, también monetario en el mercado.
Estas eclosiones juveniles no solo podrían reportar unas cifras estratosféricas en el Barça en caso de venderlas, sino que, en muchos casos, también le está haciendo ahorrarse mucho dinero en fichajes que, a día de hoy, podrían ocupar sus respectivas demarcaciones si los chicos no hubieran sido bendecidos con la oportunidad en su día.
Un tal Messinho, el caso más flagrante
Y es que, en el mercado de fichajes actual, las jóvenes perlas van más cotizadas que nunca. De hecho, Joan Laporta reconoció antes del parón por selecciones que el PSG había ofrecido 200 millones de euros por Lamine Yamal. Sea como sea, la entidad catalana valora su joya como un bien patrimonial que no tiene precio. Son solo 16 años y Lamine Yamal ya se destaca como uno de los mejores futbolistas del primer equipo del Barça.
A menudo es su jugador diferencial, pero ni 200 millones de euros habrían sido suficientes para hacer cambiar de idea a Joan Laporta y autorizar su venta. En este sentido, el extremo derecho parece del todo cubierto por el '27' o por Raphinha, quedando ya lejos aquella deserción de Ousmane Dembélé que tanto daño hizo en su día, sobre todo a un Xavi Hernández que ya tenía la plantilla de la presente temporada planificada con el francés.
Esta es otra de las razones por la cual Lamine Yamal es toda una bendición. No obstante, también por el ahorro que el club hizo en el potencial fichaje de un tal Estevão Willian, más conocido con el sobrenombre de Messinho. También de 16 años y de la generación de 2007, el brasileño casi no tiene rodaje en el fútbol profesional, pero ya se hablaba de que Barça, Real Madrid, Chelsea y Manchester City iban detrás de su fichaje. El Palmeiras, como en el caso de Endrick en su día, no quería oír a hablar de ningún tipo de oferta y se remitía a su cláusula de rescisión de 60 millones de euros. Hoy, con Lamine Yamal en la plantilla culé , el club ya tiene claro que esta cifra es una locura y que no la pagará por mucho que Messinho haya declarado que su sueño es vestir de blaugrana.