"Para mí José Ángel Iribar era aquella canción que se ha cantado tantas veces: <<Iribar, Iribar, se cojonudo, como Iribar no hay ninguno>>". Así es como Andoni Goikoetxea, mítico exftubolista del Athletic Club que defendió la camiseta bilbaína durante más de 10 años, coincidiendo con Iribar en cinco de ellos, ha querido definir al jugador que ha defendido durante más partidos los intereses del Athletic Club y que en las últimas semanas ha sido capaz de pintar las camisetas de todos los porteros de la Liga de color negro por el homenaje que estos han decidido rendir a su histórica figura, aprovechando su 80.º aniversario.
Los años pasan, pero la legendaria canción que actuó de banda sonora de La Catedral del fútbol durante más de dos décadas no se borra de la cabeza de los jugadores, entrenadores y aficionados que compartieron momentos de fútbol con él. Y concretamente, los más importantes de ellos llegaron a San Mamés, donde|antes de que se acabe el año, el club de Bilbao colocará una estatua suya pera eternizar, todavía más su recuerdo. Porque Iribar y la llamada Catedral del fútbol son sinónimos. Sinónimos de sencillez, historia y pasión. Dos vasos comunicantes que no se entienden el uno sin el otro.
El recuerdo de Iribar como futbolista: mucho más que un portero
Ahora bien, el legado de Iribar va mucho más allá de todos estos intangibles. 'El Txopo' fue uno de los mejores porteros del mundo. Siempre fiel a los colores rojiblancos, es considerado como el futbolista más importando de la historia del Athletic Club. Así lo recuerda, futbolísticamente hablando, su excompañero Goikoetxea: "Era el gran jugador del Athletic. Cuando yo debuto, el año 75, 'El Txopo' ya estaba; es decir que para mí fue increíble. Yo todavía era un niño, y él un veterano. Jugué varias temporadas con él, fueron cinco, disfrutando de su garantía, de su personalidad. Siempre ha sido una referencia, un hombre importantísimo dentro de la estructura del Athletic".
Con respecto al Iribar fuera de los terrenos de juego, tampoco se queda corto. "Ha sido uno de los pocos jugadores que toda su campaña la hizo al Athletic. Actualmente es presidente honorífico. Es amable, siempre se hizo respetar por su simpatía. Ahora, 'El Txopo' ha hecho 80 años y es un mito y una leyenda de la historia del Athletic", explica Goikoetxea.
❤🤍 ¡Feliz cumpleaños, 'Txopo' Iribar!
— LaLiga (@LaLiga) March 1, 2023
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Un 80.º aniversario muy especial
"Y ahora, que ha hecho 80 años, todos los aficionados del fútbol y, principalmente, los aficionados del Athletic, lo miran con orgullo. Se le ve emocionado. Porque a veces los reconocimientos se hacen cuando uno ha muerto. Suele ser más fácil, pero en vivo, con la cabeza lucida, estando todavía en forma, es un reconocimiento que lo emociona, porque le están reconociendo su trabajo y su labor de muchos años," sigue explicando el exdefensor del Athletic Club, hablando sobre un homenaje que ha traspasado las fronteras bilbaínas.
Iribar y la Ikurriña de Atotxa
Pero las manos de Iribar no solo protagonizaron grandes paradas. El 5 de diciembre de 1976, las extremidades superiores de Iribar, junto con las de Kortabarria, capitán de la Real Sociedad, exhibieron, en los instantes previos de un derbi vasco que aquella jornada dejó una goleada histórica en favor del conjunto 'Txuri Urdin' (5-0), una Ikurriña que estaba prohibida en toda España. Sin embargo, aquel partido pasó a la historia por la Ikurriña que exhibieron ambos capitanes.
"No se sabía qué pasaría. La Ikurriña estaba prohibida. Toda la gente que tuviera en casa un distintivo rojo, blanco y verde, ya podía decir que era la bandera italiana, que no colaba. Había una represión muy grande en aquella época. Cuando se tuvo la valentía de sacar la Ikurriña fue un hito de mérito, que se hizo con absoluto ninguno pensando en todo lo que representaba. Se dio el paso y, a partir de aquello, fue una liberación para muchísima gente, que ya la pudo poner en su casa y en otros lugares", narra Goikoetxea cuándo es preguntado sobre un acontecimiento que ha ido mucho más allá del fútbol y que refuerza, todavía más, la figura de un Iribar que, año tras año, agiganta su leyenda hasta el infinito.