Robert Lewandowski volvió a la titularidad en el empate del Barça ante el Real Betis (1-1), pero su regreso al once no tuvo el impacto que él mismo esperaba. El delantero polaco se fue del partido sin ver puerta y sin apenas ocasiones claras, en un encuentro donde el Barça dominó en muchas fases pero nunca fue realmente un vendaval ofensivo. Y eso, como es lógico, acabó por desesperar al '9' azulgrana.
Lewandowski venía de ser suplente en el último encuentro de Copa del Rey, lo que ya fue una pequeña sorpresa, pero Hansi Flick volvió a confiar en él para liderar el ataque del equipo en Liga. Sin embargo, el partido no le acompañó. Apenas tuvo balones limpios para rematar y, cuando los tuvo, ya llegaban con cuentagotas o mal perfilados. El polaco mostró su habitual trabajo en presión y apoyos, pero su lenguaje corporal durante el partido fue cada vez más frustrado, especialmente con un compañero en concreto: Lamine Yamal.

Una sociedad que no funcionó
Durante la temporada, Lewandowski y Lamine habían demostrado buena conexión. El extremo de 17 años, desequilibrante y vertical, había servido más de una asistencia al ariete y se había convertido en una de las principales fuentes de peligro del equipo. Pero ante el Betis la sociedad no funcionó. Lamine se mostró fatigado desde el inicio, sin la chispa habitual ni la claridad en la toma de decisiones. En varias jugadas, eligió el regate individual en lugar de buscar al delantero polaco, lo que desesperó visiblemente a Lewandowski.
Las cámaras captaron varios gestos del polaco durante el partido: brazos alzados, miradas de reprobación e incluso alguna indicación directa al joven canterano. No hubo bronca pública, pero sí quedó patente que Lewandowski no estaba nada contento con algunas decisiones de su compañero.
¿Un mal día o algo más?
Desde el entorno del vestuario se insiste en que la relación entre ambos sigue siendo buena, y que lo vivido en el campo no fue más que fruto de la tensión del partido y del deseo de ganar. Lewandowski es un líder silencioso, pero no oculta su frustración cuando las cosas no salen, y ayer se notó que no estaba cómodo.

Lamine, por su parte, está acumulando muchos minutos a lo largo de la temporada y, aunque su talento es incuestionable, su juventud empieza a notarse en el plano físico. Flick ha insistido en varias ocasiones en que necesita protegerlo, pero también sabe que es uno de los pocos que genera peligro real desde el desborde. Ayer, sin embargo, no tuvo su día.
El Barça necesita más pólvora
El partido ante el Betis fue un claro ejemplo de los problemas que está teniendo el Barça para convertir dominio en ocasiones y goles. Con Lewandowski más aislado de lo habitual y sin un socio claro en los últimos metros, el equipo se mostró plano y previsible, y no fue capaz de cerrar un partido que tenía controlado.
Flick tomó nota, y es probable que en los próximos encuentros intente repartir mejor los minutos y ajustar los roles ofensivos. Lewandowski sigue siendo el delantero más fiable, pero necesita que sus socios le abastezcan con más calidad y precisión. Lo del Betis fue un aviso: si el Barça no afina arriba, dejará escapar más puntos. Y la desesperación del polaco es un síntoma claro de que hay cosas que mejorar urgentemente.