El Barça ha comenzado la temporada como un torbellino: cuatro victorias en cuatro partidos de Liga, mostrando un juego brillante que ha conquistado a la afición. Ayer, ante el Valladolid, el equipo azulgrana firmó una actuación espectacular con un contundente 7-0. La afición está extasiada, los jugadores sonríen en cada entrenamiento, y el ambiente en el vestuario es de máxima satisfacción. El equipo parece otro, renovado, fresco, como si hubiera dejado atrás el pesado lastre de la temporada pasada.

El artífice de esta transformación no es otro que Hansi Flick, el nuevo entrenador culé. Flick ha logrado lo que parecía imposible: elevar el nivel del Barça con prácticamente los mismos jugadores que tuvo Xavi Hernández a su disposición la pasada campaña. La llegada del técnico alemán ha sido una bocanada de aire fresco y una lección implícita para su predecesor. Porque lo que queda claro es que el problema no eran los futbolistas, sino cómo se les dirigía desde el banquillo.

La temporada pasada, el juego del Barça dejó mucho que desear. El equipo se mostraba plano, previsible, y sus transiciones eran lentas. Xavi no encontró la fórmula para sacar lo mejor de sus jugadores y el resultado fue una campaña decepcionante. Sin embargo, en solo cuatro partidos bajo la batuta de Flick, la transformación ha sido evidente. El equipo ahora propone con el balón, juega de forma vertical y domina los encuentros. Algo que no deja en buen lugar a Xavi, que en muchos momentos de la pasada temporada parecía sin respuestas.

Xavi Hernández se queja durante un partido del Barça / Foto: EFE
Xavi Hernández se queja durante un partido del Barça / Foto: EFE

Uno de los jugadores que más ha notado el cambio es Robert Lewandowski. El delantero polaco, que ha anotado cuatro goles en estos primeros cuatro partidos, se siente mucho más cómodo con el sistema de Flick. Tras una temporada pasada en la que, al igual que el resto del equipo, no pudo mostrar su mejor versión, Lewandowski ha confesado a su círculo cercano que era difícil brillar cuando no había un plan de juego claro y cada futbolista trataba de improvisar sobre la marcha.

Ahora, con Flick, la situación es completamente distinta. El fútbol ofensivo y vertical del entrenador alemán beneficia enormemente a Lewandowski, que está en su hábitat natural: el área. El delantero sentencia a Xavi sin necesidad de decirlo abiertamente; su lenguaje corporal y su rendimiento hablan por sí solos. Con Flick en el banquillo, Lewandowski se dedica a lo que mejor sabe hacer: cazar goles. Y el resultado está a la vista de todos.

Joan Laporta no podía estar más satisfecho con la decisión de destituir a Xavi y apostar por Flick. A medida que las victorias se acumulan, queda claro que el potencial del Barça era mucho mayor de lo que se pensaba. Los jugadores comienzan a darse cuenta de que, con un entrenador adecuado, este equipo tiene capacidad para luchar por todo. El cambio ha sido radical, y Flick ha demostrado que el Barça no solo puede competir, sino también dominar y entusiasmar.