Liverpool se levanta llorando. La lluvia marca una mañana fría, nublada y llena de paraguas. La ciudad respira, sin embargo, un ambiente atípico. Los llantos de Liverpool son por la alegría de la gesta que hizo al primer equipo de la ciudad (con todo el respeto hacia el Everton) la pasada noche contra el Barça.
Anfield se convirtió en el templo que ha perdurado de pie durante 134 años. La emoción, sin embargo, no se ha trasladado en su totalidad a la calle. Es día lectivo en Liverpool y la gente está en el coche dirección en al trabajo y la ciudad ha vuelto a su estado habitual.
La celebración de verdad fue la pasada madrugada, aunque aquí no acostumbran a alargar mucho los días cuando al día siguiente les toca trabajar. Pero justo después del partido los principales pubs del centro de la ciudad se llenaron de seguidores del Liverpool para cantar, no canciones de los Beatles, y sí para entonar los clásicos himnos de Anfield. El Liverpool Twist y sus seguidores Shout.
Se puede decir que esta vez sí que se ha conseguido la comunión total gracias al You'll never walk alone. Anfield fue una fiesta y también un infierno para un intolerable Barça, que se convirtió en el hundido Yellow Submarine que cantaban los Beatles. La gesta se recordará durante mucho tiempo en Europa y en las calles de Liverpool.