De un entrenador se espera que aproveche el descanso para corregir errores, para animar y también para dar soluciones a los jugadores. "La gran bronca". Bajo este título, el diario Sport expone en su edición del lunes por qué el juego del Barça cambió en la segunda parte del partido contra el Betis el sábado pasado en el Benito Villamarín. Cuenta el periódico deportivo barcelonés que en el descanso el entrenador blaugrana, Luis Enrique, lanzó un duro discurso a los jugadores para que reaccionaran al ver que la Liga se escapaba si predominaba el empate a cero del descanso: "¿Queréis ganar la Liga? ¿Sí o no? Pues parece que no. Estáis jugando sin intensidad, sin velocidad ni nada. Parece que no nos estemos jugando nada. O dais un paso adelante o tiramos la Liga. Vosotros mismos".
Estas frases, que aparecen en la portada del Sport, pero no dentro del texto interno, fueron las que supuestamente hicieron cambiar el ritmo de los jugadores que en la segunda parte salieron al campo con otra actitud.
Luis Enrique, no obstante, justificó en la rueda de prensa la desconcertante actuación de los jugadores por el estado seco del césped del Benito Villamarín y por el calor que hacía en Sevilla, pero nunca achacó el flojo juego a una mala actitud de su equipo.
Reacción lógica
En realidad cualquier aficionado culé hubiera firmado las supuestas palabras de Luis Enrique. El equipo había dado una imagen triste en esos primeros 45 minutos en los que pareció que no estuviera jugándose el título, en la que parecía que estaba efectuando un entrenamiento, y, en la que, en definitiva, habían decepcionado. Y no era por sufrimiento causado por el rival, que fue un adversario débil, mucho más cuando se quedó con 10, sino porque no se veía iniciativa, no parecía correr la sangre y tampoco había alma de campeón.
Analizando todas esas impresiones, y sin saber lo del césped y el clima, más de un aficionado que seguía el partido por televisión habría entrado en el vestuario y habría lanzado un golpe sobre la mesa y preguntado a los jugadores qué estaba pasando, por qué estaban jugando sin ganas, por qué no atacaban, por qué no estaban ganando ese encuentro.
Las dificultades
Al final del partido, preguntado por un periodista sevillano sobre esa primera parte, Luis Enrique dijo que estaba contento de la actuación de sus jugadores. Hizo mucho enfásis el entrenador en lo mal acostumbrado que tiene el equipo a la afición y a los periodistas, y especialmente recalcó que ganar una Liga no es fácil.
Basándose en esa ley no escrita que lo del vestuario queda en el vestuario, e intentando evitar escenas como la protagonizada en la última jornada por Paco, técnico del Rayo, con el jugador Bebé, también se reclama de un entrenador tacto para imponer autoridad en un grupo de profesionales donde imperan los egos, especialmente cuando lo que más necesita el equipo es unidad.
Sería iluso pensar, por otro lado, que un técnico como Luis Enrique, que tiene más de un roce con la prensa, reconozca públicamente, delante de periodistas, el mal juego o la actitud inexplicable de sus jugadores y mucho menos que confiese lo que le dijo en el vestuario. Lo último que hará el técnico será eso. Antes muerto, como la canción.