Un gol de Antoine Griezmann en los últimos minutos del partido ha conseguido empatar el derbi contra el Real Madrid para darle un punto al Atlético y reanimar al Barça en la lucha por el título de Liga (1-1).
Un juego de errores
Más de 85.000 personas llenaban el Santiago Bernabéu con la ambición de ver un paso (de gigante) de su equipo hacia su primera Liga en los últimos seis años. El Madrid afrontaba una prueba de fuego en el derbi madrileño, convencido de ocupar el trono de la capital, tal y como se leía en una pancarta gigante desplegada en uno de los goles. Y es que costará mucho difuminar el recuerdo de las últimas dos Champions. Una ganada en la prórroga y la otra en los penaltis.
El respeto entre los dos equipos era mutuo. Y el partido recordaba más a una final que a una jornada de Liga. Por muy decisiva que fuera. El horario y la temperatura tampoco ayudaban. En plena siesta, blancos y colchoneros se ataban las botas para jugar bajo un sol de justicia. El ritmo, muy lento en los primeros minutos, ha propiciado un montón de errores. A los jugadores les pesaban las piernas y ninguno de los 22 tenía la iniciativa ni la determinación para modificar el guion del partido.
Zinedine Zidane volvía a confiar en su once ideal, abandonando las rotaciones masivas de Leganés, con Karim Benzema, Gareth Bale y Cristiano Ronaldo como puntas de lanza. Simeone también huía de inventos y seguía confiando en su 4-4-2, con Antoine Griezmann y el incombustible Fernando Torres como pareja de delanteros.
La primera ocasión del Atlético ha sido una declaración de intenciones. Saúl Ñíguez ha rematado de cabeza un centro lateral que se ha marchado rozando el palo de la portería de Keylor Navas. Las cartas estaban marcadas y la estrategia era una de ellas. El Madrid ha conseguido superar la anestesia inicial hasta convertir a Jan Oblak, portero de los colchoneros, en el hombre del partido. Primero Cristiano y después Benzema han obligado a lucirse al portero esloveno. Y cuando Oblak ya estaba superado, aparecía Stefan Savic para desviar la pelota sobre la misma línea.
El Atlético de Madrid era infiel al ADN que lo había llevado a recuperar el nombre, sobre todo en Europa, y es que se limitaba a tener las líneas juntas en defensa, sin intentar nada en ataque.
Ganar con la cabeza
El descanso ha marcado las diferencias, revolucionando al Madrid y durmiendo al Atlético. Los blancos inclinaban el campo y acumulaban hombres en el área rival. Oblak ha vuelto a salvar un remate de Benzema pero la ocasión ha sido el preludio del gol. Precisamente, en una de las suertes donde el Atlético se siente más fuerte: la estrategia defensiva.
Pepe, que volvía al eje de la defensa, ha aprovechado un centro lateral de Toni Kroos para deshacer el empate. El Atlético tenía casi 40 minutos para reaccionar pero se hacía muy difícil pensar que las tendencias se invirtieran. El Madrid lo tenía en el bolsillo, monopolizando la posesión y sin sufrir en defensa.
Los de Simeone sólo recuperaban la esperanza al contragolpe. Torres le ha ganado la espalda a Sergio Ramos para plantarse solo delante de Keylor. Era el empate pero el disparo del delantero ha acabado en las piernas del portero del Madrid. Una jugada que hubiera cambiado el partido. Pero no era el día de Torres.
¿Menos líderes?
El gol de Pepe parecía margen insuficiente para afrontar el tramo final de partido con la seguridad de sumar los tres puntos. Zidane se ha equivocado con el cambio de Kroos y el equipo ha reculado 15 metros hasta plantarse, permanentemente, en la mitad de campo propio. El Atlético tenía en la mano la opción de entrar en el partido, aprovechando que el Madrid quería proteger el premio.
Cada minuto era un paso más hacia la Liga. Hasta el 85, cuando Antoine Griezmann ha aprovechado un magnífico pase al espacio de Ángel Correa para superar a Keylor. El delantero francés, como hizo la temporada pasada, volvía a robarle la cartera al Madrid. Jarra de agua fría para el Santiago Bernabéu. Y una inyección de moral para el Barça, que vuelve a depender de sí mismo para levantar su tercera Liga consecutiva.