Leo Messi se desplazó el miércoles desde Ibiza hasta Barcelona para firmar este jueves su renovación con el Barça. Hacía semanas que los términos estaban acordados, por lo que el argentino, tras ganar la Copa América, se fue tranquilo de vacaciones, a la espera de que su padre y representante, Jorge Messi, y el club blaugrana solucionaran el escollo del límite de la masa salarial impuesto por LaLiga para poder oficializarlo todo. Messi quería seguir en el Barça, y para ello se bajaría el salario un 50%, y el Barça haría un esfuerzo para lograr que siguiera, por lo que el acuerdo parecía cuestión de tiempo.

Llegó el fin de semana y todo parecía encaminado para poder anunciar la fumata blanca el jueves día 5. Jorge Messi aterrizaba en Barcelona, comía con Joan Laporta para ultimar los últimos cabos sueltos y se oficializaba el acuerdo, con Messi en la ciudad para estampar la firma. El viernes iba a ser el día Messi. Firma oficial, fotografía con Laporta y la nueva camiseta y rueda de prensa. Todo se ha ido al garete en cuestión de minutos.

La intransigencia de Tebas

Por mucho que el Barça le ha dado vueltas al cubo de Rubik, este jamás encajaba y, lo peor de todo, no tenía opciones de encajar. Javier Tebas no ha dado su brazo a torcer, a pesar de que presidentes de otros clubes, como Ángel Torres, del Getafe, le pidieron públicamente un esfuerzo. El presidente de LaLiga, en lugar de proteger su competición, ha optado por proponer un acuerdo con un fondo de inversión con unas condiciones que Italia y Alemania ya habían rechazado, y todo para intentar torpedear el proyecto de la Superliga.

Al final, tanto el FC Barcelona como Jorge Messi han llegado a la misma conclusión: Leo Messi no puede seguir jugando de blaugrana.

Leo Messi no se podrá despedir de la afición del Barça / Europa Press

Messi no se lo acaba de creer

Vista la cruda realidad, Jorge Messi le ha comunicado a su hijo la situación, lo que ha provocado que el ya excapitán del FC Barcelona entrara en estado de shock.

Ahora está por ver cómo se llevará a cabo la cruda despedida, el adiós de Messi del club y de la afición de su vida. Aún no ha decidido, por ejemplo, si hará un comunicado o una rueda de prensa, y mucho menos dónde jugará la próxima temporada, ahora que ya sabe que no podrá hacerlo en el Barça.

El destino, a veces tan cruel, le obligó a seguir en el Barça hace un año, cuando pidió irse; y ahora le ha obligado a irse cuando su intención era seguir en el Camp Nou.

 

Imagen principal: Leo Messi, desesperado, en un partido del Barça / EFE