Helmut Duckadam es y será uno de los máximos ogros de la historia del Barça. Y es que fue el gran artífice de que el conjunto blaugrana viviera una pesadilla en la final de la Copa de Europa de Sevilla de 1986 al parar los 4 penaltis que lanzó el Barça, haciendo inútiles las 2 intervenciones de Urruti. Este lunes se ha conocido el fallecimiento de Duckadam, a los 65 años, fruto de un paro cardiaco.

Para siempre quedará la imagen de aquel portero vestido de verde y con un bigote propio de los 80 celebrando la parada a Marcos Alonso, la definitiva, que convertía a un equipo totalmente desconocido, el Steaua de Bucarest, formando íntegramente por jugadores rumanos, en el nuevo campeón de Europa. El Barça había viajado a Sevilla prácticamente a recoger la copa, acompañado por 70.000 aficionados. El golpe fue durísimo.

El Héroe de Sevilla

Nacido en Semlac, una población próxima a Hungría, Duckadam no tardó en destacar como portero, en los clubes de la zona, hasta que en 1982 fue fichado por el Steaua de Bucarest, el equipo vinculado al ejército. El plena dictadura de Nicolae Ceaușescu, el poder del Steaua fue en aumento, hasta convertirse en el gran dominador del fútbol rumano, con futbolistas como Belodedici, Lacatus, Balint o Piturca, que llegaría a encadenar 104 partidos sin perder. Aún y así, su papel en Europa no dejaba de ser pobre, por lo que al plantarse a la final todo el mundo dio por hecho que el ganador sería el Barça.

"Con el Barcelona claramente favorito, nuestro objetivo era simplemente disputar un buen partido para el fútbol rumano y para nosotros mismos. Teníamos un equipo muy táctico, con buenos defensas y jugábamos al contragolpe”, recordó Duckadam en una entrevista a la revista Panenka. El Steaua aguantó los 120 minutos y se plantó en la tanda de penaltis. Los rumanos fallaron los 2 primeros lanzamientos, pero Duckaman paró 4 seguidos, una gesta impresionante.

Helmuth Duckadam 1986
Helmuth Duckadam, en 1986 / Foto: Wikimedia Commons

Retirada prematura y presidente del Steaua

Lo más curioso de todo es que el partido de Sevilla fue el último que disputó Duckaman, que con 27 años se retiró de la práctica deportiva. En un país entonces tan hermético como Rumanía, los rumores fueron muchos, aunque el que prevaleció fue que uno de los hijos de Ceausescu ordenó a unos sicarios que le rompieran las manos al portero por conducir un Mercedes, algo prohibido en Rumanía, y que había sido un regalo de un aficionado millonario del Real Madrid.

Años después, en Panenka, Duckadan lo negó y explicó que sufrió una aneurisma que le obligó a colgar los guantes. A pesar de ser un héroe, el exportero tuvo una vida normal después de retirarse. Trabajó en una fábrica de muebles hasta que logró jubilarse por sus problemas físicos crónicos. En el 2010, fruto de su amistad con el influyente político  "Gigi" Becali, propietario del Steaua, Duckadam se convirtió en el nuevo presidente del club, cargo que todavía conservaba a día de hoy, cuando un paro cardiaco ha terminado repentinamente con su vida. Para los seguidores del Steaua siempre será el Eroul de la Sevilia, el Héroe de Sevilla.