Era la final más esperada. La final entre los dos mejores tenistas del momento. La final que tenía que servir para medir las fuerzas del número 1 del mundo y del rey de la tierra batida. Pero no ha habido color. Este domingo, Rafa Nadal ha alzado su decimotercer Roland Garros después de barrer sin oposición a Novak Djokovic en París. De esta manera, el de Manacor ha sumado la victoria número 100 sobre su superficie preferida y, todavía más importante, se ha llevado el vigésimo Grand Slam de su carrera, hecho que le permite igualar al suizo Roger Federer. Y todo sin perder ni un sol set en todo el torneo.
Aunque los expertos preveían que Nadal tendría problemas debido a las condiciones climatológicas —temperatura baja, humedad alta y pelota que bota menos—, lo cierto es que el tenista balear ha derrotado a Djokovic de manera inapelable, haciendo gala de una exhibición de recursos que el serbio no ha podido contener y que tardará muchos años en olvidar.
El primero set, sin ir más lejos, ha reflejado uno doloroso y sorprendente 6-0. Nadal ganaba los puntos y 'Nole' prácticamente quedaba retratado en cada acción, incapaz de contener por técnica, físico o mentalidad (este domingo es difícil de adivinar); los ataques de su rival.
El segundo set no ha sido un camino de rosas para Nadal, pero aun así ha vuelto a superar a Djokovic sin inconvenientes: 6-0 y 6-2 en una hora y media. La final entraba en su punto decisivo.
El tenista serbio, contra los cuerdas, ha respondido con un 1-2 momentáneo en el tercero set, pero entonces Nadal se ha agigantado y ha conseguido el 'break'. En este momento el partido ha quedado visto por sentencia: Djokovic ha plantado cara, pero era demasiado tarde. 6-0, 6-2 i 7-5. El repaso de Nadal ha sido antológico. Tanto, como el palmarés que sigue ampliando año tras año y que lo convierte en uno de los mejores tenistas de la historia.