Adiós Anoeta. Bye bye hechizo. Todo dominio tiene su fin y ningún terreno es invencible para este Barça esforzado, sacrificado y ansioso de acabar con las estadísticas negativas. Buscó el Barça de Luis Enrique el triunfo desde el principio y lo encontró. En un partido serio, comprometido, sabiendo lo que se jugaba, el Barça derrotó a la Real Sociedad y también de paso a los pesimistas. Las semifinales de la Copa están al alcance de los blaugrana.
La telaraña igual te atrapa que igual sirve para enredar al enemigo. La de Eusebio Sacristán, al frente de la Real Sociedad, había sido efectiva en los últimos partidos. En el partido de ida de la Copa, el Barça de Luis Enrique supo desenredarla, y, de paso, la utilizó para enredar al enemigo. Bingo. En el que Neymar cantó línea cuando provocó un penalti que luego aprovechó para dejar al Barça a un paso de las semifinales de la competición.
Gran defensa
Fue un partido de ajedrez. Luis Enrique y todo su equipo sabían que la Real Sociedad conocía todas las contraseñas para no perder con el Barça, para ponerlo a sufrir, para que aprenda a sudar. Pero encontró la clave el equipo blaugrana. Estuvo sereno, paciente, buscó el lado débil de los donostiarras, pero sabiendo que aún conociéndolas iba a ser difícil abrir esa caja fuerte, lo mejor que tuvo el Barça fue saber enredar a su enemigo.
No lo dejó. Le cambió todas las contraseñas. Y aunque presionara, maniobrara y utilizara todos los mecanismos posibles para intentar abrir el cerrojo blaugrana, la Real, esta vez, no lo consiguió. Fue lo mejor del Barça. Recuperó su defensa.
El partido, en realidad, fue de esos que se parecen más a una misa que a un espectáculo en el que intervienen grandes estrellas. Pudo parecer aburrido, pero fue más bien una partida de ajedrez. Buscó la Real abrir al Barça y encontró a los blaugrana completamente cerrados. Buscó el Barça abrir a la Real y halló trampas, ya conocidas, pero que no sabía cómo desactivarlas. Hasta que apareció Neymar en el espacio y con el balón en los pies ya todo el mundo sabe que si le entras al brasileño o lo dejas escapar o él caerá. Cayó en el área. Y esta vez el árbitro no dudó. Imposible dudar. Clarísimo penalti.
“¿Lo tiras?” pareció preguntarle Messi a Neymar. “Lo que tú digas” pareció responder el brasileño que, a continuación, cogió el balón y lo colocó en el punto fatídico y lo envió al lado contrario donde el portero de la Real se lanzó.
Está el Barça en una dinámica positiva, en la que el entrenador y los jugadores andan como ardidos por algún picante en mal estado. Y sólo quieren ganar. Y quieren ganarlo todo. Y se nota esfuerzo. Y también sacrificio. Y lucha. Y esmero. Y rabia.
Este Barça tiene que saber que su poder es indiscutible, y da la sensación que en este momento el equipo parece más rodado y más conectado con la realidad de sus ideales que hace un mes. Neymar quiere. Suárez desea. Piqué manda y Messi ha aprendido que si hay un líder, ese es él.
Pudo sentenciar el Barça en el minuto 65 la eliminatoria pero a González González se le dio por no sancionar un doble penalti de Rulli a Luis Suárez en una primera jugada y a Neymar en una segunda. Nada anormal en el fútbol español. Todo lo contrario, el brasileño resultó amonestado por fingir. Toda una pena de arbitraje.
Pero lo más importante de este partido es que el Barça quiso cambiar la historia negativa que le pesaba cada vez que visitaba Anoeta. Y la cambió.
El gol
0-1 Neymar 20'