Después de un inicio de temporada convulso marcado por la crisis de confianza del barcelonismo en Ronald Koeman, el Barça-Levante del domingo se convirtió en un momento de alegría. Sonrisas sin lágrimas. Por primera vez este curso, la afición pudo aparcar las malas sensaciones y empezar a soñar con el Barça del futuro.
Las portadas fueron, merecidamente, para Ansu Fati, que tras prácticamente un año sin jugar tras una triple operación de rodilla volvió y marcó, y con el 10 a la espalda. Y la gran mayoría de los halagos fueron, también merecidamente, para Gavi, que con 17 años recién cumplidos firmó una actuación memorable, para demostrar que hay luz al final del túnel.
Sin embargo, sin hacer ruido, también surgió la figura de un imponente Nico González, que a sus 19 años sigue arrastrando la etiqueta de ser "el hijo de Fran", por el histórico capitán del SúperDepor que en los 90 puso patas arriba el fútbol español. Para Nico, sin embargo, es normal pasar desapercibido cuando todo deberían ser elogios, por hacer fácil lo difícil, una característica de su personalidad convertida en gran virtud. "Da ritmo, intensidad... Va a aprender mucho. Si tenemos problemas en la medular sabemos que tenemos un pivote en el que confiar", afirmó Ronald Koeman tras el debut en la Liga de Nico, en el partido contra la Real Sociedad de la primera jornada.
El alumno aventajado
Y es que la inteligencia y madurez que Nico González muestra cuando está en el terreno de juego no es casual. Cuando estudiaba 1º de ESO los profesores se dieron cuenta de que su nivel estaba por encima del resto, incluso apreciaron que se aburría en clase. Finalmente, se decidió hacerle unas pruebas para certificar un elevado coeficiente intelectual. Nico cursó 1º y 2º de ESO en un mismo año, por lo que siguió sus pasos hasta la universidad con estudiantes mayores que él.
A esa inteligencia propia hay que unirle el gran asesoramiento de su padre, que en el 2011, cuando Nico tenía solo 9 años, le convenció para que esperara un poco para incorporarse a la cantera del Barça. Ya tendría tiempo. Nico, entonces considerado un proyecto de Iniesta, era la gran estrella del Montañeros gallego, pero esperó a que llegara el momento adecuado para desplazarse a Barcelona en busca de su gran sueño. "Se ha hecho futbolista él, este deporte es muy duro. Se ha cuidado mucho, lleva una vida muy sana, y desde hace muchos años persigue un sueño que es jugar en el Barça. Renunció a ofertas muy importantes", recordó hace unos meses su padre. Porque cuando estaba negociando su renovación llamaron a su puerta el Real Madrid y el Manchester City, con ofertas superiores, intereses que terminaron en saco roto por el objetivo inquebrantable del jugador de seguir su camino imparable hasta el Camp Nou.
El heredero legítimo de Busquets
Y en Barcelona, mientras estudiaba con niños y niñas mayores que él, también empezó a jugar en equipos de mayores. Nico, nacido en 2002, compartió vestuario con jugadores como Ansu Fati, Take Kubo o Arnau Tenas, todos ellos miembros de la generación del 2001.
Ya en la cantera del Barça, Nico pegó un estirón que, unido a su enorme inteligencia para leer el juego y elegir la mejor decisión, provocó que pasara del interior al pivote, de ser un proyecto de Iniesta o reflejarse en Sergio Busquets. Curiosamente, Sergio también empezó en el Barça siendo "el hijo de Carles Busquets". Desde hace años, en cambio, el exportero suplente de Zubizarreta en el Dream Team es "el padre de Sergio Busquets". Quien sabe si la historia se volverá a repetir con Nico González.