El 26 de mayo del 2004 es un día que jamás olvidarán en el Mónaco. Aquella noche primaveral, en Gelsenkirchen, el conjunto monegasco disputó su única final de la Champions League, un partido que les podría haber llevado a la gloria eterna, a ser el segundo equipo de la Liga francesa, después del Olympique de Marsella, de proclamarse en el campeón de Europa, y después de haber firmado una competición espectacular.
El rival, además, no era un gigante del momento, ni un equipo aparentemente con estrellas consagradas, ya que se trataba del Porto, una final con dos equipos totalmente inesperados. La oportunidad, pues, era única. El conjunto portugués tenía en el banquillo a José Mourinho, entonces un joven entrenador prometedor, mientras que su estrella era Deco. El Porto venía de ganar la anterior edición de la Copa de la UEFA, contra el Celtic, pero no dejaba de ser un equipo sin las estrellas que tenían clubes como el Milan, la Juventus o el Real Madrid.
El legendario 8-3 al 'Super Dépor' de Irureta
Nadie habría imaginado cuando se inició aquella Champions League, que uno de los finalistas acabaría siendo el Mónaco, dirigido por el entonces inexperto Didier Deschamps. Y es que era un buen equipo, pero no tenía grandes estrellas. Con el italiano Flavio Roma en la portería, la defensa la acostumbraban a formar Hugo Ibarra y Evra en los laterales, con Julien Rodríguez y Givet en el eje. En el centro del campo destacaban el argentino Bernardi, con Edouard Cissé y Zikos, mientras que la delantera la formaba un tridente con Giuly y Rothen en los extremos y Fernando Morientes en la punta, con Prso y un jovencísimo Adebayour esperando su oportunidad en el banquillo.
El Mónaco quedó enmarcado en el grupo C, junto al todopoderoso Deportivo de la Coruña de Irureta, Tristán, Fran, Luque, Valerón o Djalminha; el PSV, con jugadores del nivel de Kezman, Robben, Van Bommel, Park Ji-Sung y Rommendahl; y el AEK de Atenas. Como se esperaba, el grupo estuvo muy igualado y no se decidió hasta la última jornada y dejó para la historia un legendario 8-3 al Deportivo.
El Mónaco elimina al Real Madrid de los 'Galácticos'
En los octavos de final, al Mónaco le tocó el Lokomotiv de Moscú, un rival aparentemente sencillo, pero que se quedó a las puertas de dejar fuera a los de Deschamps. En la ida, los rusos llegaron a ponerse 2-0 y a rozar la goleada, pero un gol de Morientes les metió de nuevo en la eliminatoria, que se decidió en la vuelta gracias a un gol de Prso en la segunda mitad. Entonces, los goles fuera de casa valían doble, por lo que el Mónaco accedió a los cuartos de final. Y su rival fue, nada más y nada menos que el Real Madrid de los Galácticos, con Ronaldo, Zidane, Figo, Raúl y Beckham en la plantilla, que en la ida se impuso por un contundente 4-2. En la vuelta, además, Raúl marcó el 0-1, por lo que la clasificación parecía estar cerrada. Justo antes del descanso, Giuly logró el 1-1, iniciando una remontada espectacular, ya que en la segunda parte Morientes puso el 2-1, para que Giuly, de nuevo, certificara la clasificación.
Y en las semifinales, el rival del Mónaco fue el Chelsea, que estaba en pleno proceso de crecimiento, con jugadores del nivel de Lampard, Terry, Crespo, Verón, Hasselbaink y Makelele. El Mónaco ganó en la ida por 3-1, aunque en Londres vieron como el Chelsea se iba al descanso 2-1, un resultado que les dejaba cerca de la remontada. El Mónaco sufrió, pero mantuvo el resultado, hasta lograr certificar la clasificación gracias a gol de Morientes.
Una final para olvidar
El Mónaco se había plantado en la final de la Champions League de una forma más brillante que el Porto, que deslumbró al eliminar en los octavos al Manchester United, aunque luego fue más gris contra el Olympique de Lyon y, especialmente, contra un Deportivo que mereció más que los de Mourinho. Los dos máximos goleadores de la Champions, de hecho, fueron Morientes (9) y Prso (7).
Era, sin duda, una final inesperada y única, dos equipos que no entraban en ninguna quiniela luchando por la gloria. Aunque desde un primer momento se vio que no iba a ser la noche del Mónaco, ya que en el minuto 23 perdió a Giuly por lesión. Poco después, Carlos Alberto logró el 0-1. En la segunda mitad, los de Deschamps se fueron al ataque, a por la remontada, pero los que acabaron marcando fueron Deco y Alenichev, despertando a los monegascos del gran sueño. 20 años después, el Mönaco vuelve a la Champions League como un equipo llamado a no hacer nada del otro mundo, después de superar un duro problema económico y con un equipo lleno de perlas semidesconocidas. La historia se repite.