Novak Djokovic ha conseguido abstraerse de la locura de Nick Kyrgios para ganar su séptimo Wimbledon (4-6, 6-3, 6-4, 7-6) y su Grand Slam número 21. El serbio, que ha empezado por debajo, ha sacado toda la madurez y la experiencia de ser un asiduo a las grandes citas para ser capaz de domar el salvaje tenista australiano hasta que ha acabado levantando los brazos en una pista entregada ante una final llena de carácter.
Espectáculo asegurado
Siempre que Nick Kyrgios salta a una pista de tenis, es garantia de espectáculo. Para lo bueno y para lo malo, es un jugador diferente. El australiano tiene un carácter desbordante, tanto o más que su talento, y cuando los dos conviven en harmonía, puede llegar a finales de Grand Slam como en esta edición en el All England Tennis Club. El australiano, además, había tenido cuatro días para preparar el partido más importante de su carrera, después del abandono de Rafa Nadal por una lesión abdominal que le impidió jugar las semifinales.
En frente, un Djokovic que lleva años instalado en el olimpo y visitando recurrentemente las finales como esta desde hace más de una década. No obstante, quien ha empezado imponiendo su juego ha sido un Kyrgios en 'modo indomable'. Haciendo gala del martillo que tiene como saque en el brazo derecho, el australiano se ha llenado de confianza y ha empezado a dejar una retahíla de golpes llenos de talento. A mediados del primerset ha conseguido un break que ha ido consolidando con dos juegos en blanco a su servicio.
Kyrgios golpea primero pero Djokovic no pierde los nervios
Kyrgios, consciente de que con este nivel de implicación es casi imbatible, ni siquiera ha intentado luchar los juegos en los cuales servía Djokovic y, a la segunda oportunidad que ha tenido de cerrar la manga, lo ha hecho, con un 6-4 en sólo 31 minutos que demostraba que, de momento, mentalmente seguía con una estabilidad que no ha durado mucho más.
Djokovic, consciente de que una final a cinco sets es un maratón y no un sprint, no ha perdido los nervios y ha esperado, como suele pasar, a que los perdiera Kyrgios. El serbio ha seguido jugando con la cabeza fría, y cuando el australiano ha demostrado un mínimo de debilidad, Djokovic se ha mostrado implacable. Le ha roto el servicio para ponerse 3-1 y no ha dejado escapar la oportunidad de poner la igualdad en el marcador. Kyrgios ha intentado volver al set, y ha estado a punto de hacerlo cuando estaba totalmente contra las cuerdas, con 5-3 en contra y con Djokovic sirviendo.
Kyrgios explota y abronca los suyos
Entonces, la inconsciencia habitual lo ha llevado a ponerse 0-40, pero Djokovic, en su papel de rival a batir, se ha hecho enorme, ha salvado todos los puntos de break y con poco más de una hora de partido, ha dejado la final con 1-1 en sets y todo abierto de par en par. Con una oportunidad como esta desperdiciada, Kyrgios ha explotado contra su propio equipo. Durante todo el partido, llevaban celebrando todos y cada uno de los puntos levantándose de su zona reservada, añadiéndole una presión a Kyrgios, que lo veía desde la pista, hasta que no ha podido más. Les ha recriminado, a base de gritos y de una forma mucho menos educada, que con 0-40 a favor no tienen que levantarse, y que esperen hasta que acabe el juego.
Después de la bronca, ha empezado un tercer set que ha reproducido una tónica parecida a lo vivido hasta el momento. Si la primera y la segunda manga se han decidido con sólo una ruptura de saque, en el tercero, más de lo mismo. Kyrgios ha sobrevivido al primer juego, salvando dos bolas de break en favor de Djokovic, y no se ha visto ninguna más hasta que 'Nole', a la tercera, lo ha conseguido. Se ha tenido que esperar hasta que iban 4-4, cuando el serbio ha hecho el 5-4 para después, al servicio, consolidarlo y dejar la final a un sol set.
Djokovic no falla en los momentos clave
Cuando se podía pensar que la histeria de Kyrgios podía dejar la final vista para sentencia, el australiano ha vuelto a recuperar un mínimo de pausa, más necesaria que nunca. El largo parón entre sets, provocado por una visita de Djokovic a los vestuarios, le ha ido a las mil maravillas para volver a creer que, al fin y al cabo, sólo iba un set por debajo en el marcador.
Ha vuelto a servir con potencia y aunque en frente tenía un muro infranqueable como Djokovic, sabía que, si mantenía el nivel, todo se acabaría decidiendo en el tie break. Y así ha sido. Ha empezado con una doble falta del australiano que ha dado la iniciativa a Djokovic.
Djokovic pone presión a Rafa Nadal
El serbio no ha fallado y Kyrgios no ha podido con la presión de verse a sólo un juego de forzar el quinto y definitivo set. Ha fallado golpes impensables y Djokovic ha esperado a que todo cayera por su propio peso hasta que ha podido celebrar el título. Con este Grand Slam, el serbio vuelve a poner presión en la carrera para ser el jugador con más Grand Slam de la historia.
Rafa Nadal la sigue liderando, con 22, pero Djokovic ya se coloca sólo a uno, y agranda todavía más una dinastía, la de los tres grandes con Roger Federer (que tiene 20), el mismo Novak Djokovic y Rafa Nadal, que demuestran que, por mucho que no es infinita, ojalá lo fuera.