Durante décadas, Coria del Río, una población cercana a Sevilla, se cuestionó porque había tantas personas en el pueblo, más de 700, que se apellidaban Japón. Era un misterio genuino, casi místico, que nadie lograba descifrar. Y a finales de los años 80 llegó el hallazgo, después de que unos corianos, entre los que estaban Julio Suárez Japón, descubrieran unos documentos que certificaban la presencia de una expedición japonesa en Coria del Río, a principios del siglo XVII. Al mismo tiempo, como arte de magia, en España empezó a hacerse famoso José Japón Sevilla, un árbitro de la Primera División de apellidos curiosos y marcado por la polémica. De hecho, a día de hoy mantiene el récord de más penaltis señalados en un solo partido, un total de 6, en un Oviedo-Valladolid que terminó con un 3-8 en el marcador.
"Todo viene relacionado con el mundo del fútbol. A finales de los 80, yo arbitraba en Tercera División, cuando se me presentó Julio Suárez Japón con un curioso recorte donde ponía que un embajador japonés había estado aquí 400 años atrás y que estaba investigando este apellido", explica el exárbitro en una entrevista a ElNacional.cat. La investigación siguió su curso, hasta ser confirmada, una noticia que causó un gran impacto en Japón, hasta el punto de que en 1996 el país nipón, por orden del Emperador Akihito, organizó un encuentro. En aquellos momentos, el Japón más famoso era Japón Sevilla, que no pudo acudir a tan importante acto. "El mismo día tenía partido, un Barça-Valencia en el que Ronaldo Nazario marcó 3 goles", recuerda contrariado.
El Consulado Honorífico de Japón en Sevilla
Iniciados los contactos, las relaciones entre Coria del Río y Japón fueron en aumento, al mismo tiempo que se iban descubriendo más datos de lo que fue la primera misión diplomática de Japón en tierras occidentales. Finalmente, el país nipón decidió crear un Consulado Honorífico en Sevilla, cuyo Cónsul General es, desde hace 10 años, José Japón Sevilla. "Me siento muy identificado con la cultura japonesa y con la manera de ser de los samuráis. Fue un placer conocer este origen y cada vez me he ido empapando más de su historia. Mis funciones principales son las de la representación institucional, acudir a aquellos actos que se considere que Japón debe estar representado, ampliar la red de personas con el apellido Japón y atender a los ciudadanos japoneses, tanto a los residentes como aquellos que vienen a hacer turismo y que puedan tener alguna dificultad, darles información", explica Japón Sevilla, que en el 2013, después de la histórica visita del Emperador Naruhito a Coria del Río, realizó un viaje a Sendai, junto a otras personas de apellido Japón, para conocer sus orígenes. "Fue una zona devastada por el tsunami del 2011, por lo que fue un viaje muy especial, ver donde vivieron nuestros antepasados", explica.
A día de hoy, casi 40 años después del hallazgo del origen del apellido Japón, las relaciones están más fuertes que nunca. Año tras año, miles de japoneses de acercan hasta Coria del Río, para ver de cerca la estatua que rememora a Kasekura Tsunenaga, así como también el monumento Yashiro en Orilla, obra del artista Kiyoshi Yamaoka.
De Sendai a Coria del Río: una expedición histórica
Año 1613. España, Portugal y los Países Bajos luchan entre sí para controlar el comercio naval con Japón, donde los jesuitas y los franciscanos llevan años intentando expandir el cristianismo. Uno de ellos, el franciscano Fray Luis Sotelo, logra convencer al señor de Sendai, Date Masamune, de llevar a cabo una expedición a España, la conocida como Embajada Keicho, para cerrar un acuerdo comercial con el rey Felipe III. El viaje, la primera misión diplomática de Japón en Occidente, estará liderado por el samurái Hasekura Tsunenaga, en una expedición formada por 180 personas en la que irán, además de Luis Sotelo, otros samuráis, comerciantes y marineros.
Tres meses después de su salida, y tras atravesar todo el Océano Pacífico, la expedición llegó a México, donde hizo escala, para después dirigirse a Cuba y, desde allí, cruzar el Océano Atlántico para llegar a España, en 1615, a Sanlúcar de Barrameda. Fueron recibidos por el Duque de Medina Sidonia, que los trasladó a Coria del Río y de ahí a Sevilla. La Embajada Keicho logró ser recibida por el rey Felipe III y llegar a una especie de principio de acuerdo comercial. El monarca, sin embargo, pidió un tiempo de reflexión, lo que Tsunenaga y sus acompañantes aprovecharon para ir a Barcelona, Génova y Roma, donde fueron recibidos por el Papa Pablo V. Con todos los objetivos cumplidos, la expedición volvió a España, para confirmar el acuerdo comercial y, desde allí, volver con todos los honores a Japón.
Un final trágico
Al llegar a España, sin embargo, no tardaron en apreciar que algo no iba bien. No fueron bien recibidos y todo eran impedimentos para poder verse con Felipe III. Y es que en aquel tiempo en el que habían estado fuera, a España llegaron noticias desde Japón que aseguraban que se había prohibido el catolicismo en el país, además de que estaban habiendo asesinatos masivos de aquellas personas que estaban intentando convertir a la población local al cristianismo. Todo aquello provocó que Felipe III desestimara el acuerdo comercial. La situación era crítica, por lo que la expedición trato de volver a Japón, con el inconveniente de no tener dinero ni ayuda ninguna para poder partir. Ello provocó que algunas de las personas que formaban parte de la Embajada Keicho decidieran asentarse en Coria del Río, donde estaba la embarcación sin poder partir, iniciando así un legado que sería descubierto 4 siglos después. Como curiosidad, el apellido surgió de los sacerdotes de Coria del Río, que al bautizar a los descendientes de aquellos japoneses decidieron ponerles Japón de apellido, al considerar como muy complicados los apellidos que ellos tenían.
Por lo que refiere a los dos grandes protagonistas de la expedición, Hasekura Tsunenaga y Fray Luis Sotelo, ninguno de los dos tuvo un buen final. Ambos lograron llegar hasta Filipinas, en la embarcación San Juan Bautista, y allí separaron sus caminos. El samurái volvió a pisar suelo japonés en 1620 y murió dos años después. La causa de su muerte forma parte de la leyenda, ya que hay versiones que dicen que fue martirizado por su fe cristiana y otras que aseguran que la abandonó y murió por causas naturales. Luis Sotelo, por su parte, se infiltró en Japón en un barco chino, pero fue descubierto al desembarcar y encarcelado. Dos años después, fue quemado vivo.