La ciudad de Nápoles es un gran circo, en todos los sentidos. Un escenario frenético, lleno de rincones formidables, que vive con sus propias leyes. Todo el mundo que la visita queda fascinado, de una manera u otra: o te enamoras o no quieres volver nunca más. Y su equipo de fútbol, de una manera consecuente, también vivo con sus propios códigos, con un Dios (Maradona) igual de venerado que 'San Gennaro' - el patrón de la ciudad - y una afición que no entiende de medias tintas. Solo por eso se puede entender que el equipo pase de celebrar el tercer Scudetto de su historia estar fuera de las posiciones europeas de la Serie A en pocos meses.

La estabilidad no es una característica que pueda relacionarse con el Nápoles. El equipo que construyó Spalletti el año pasado se ha caído y ya no desprende el aura de invencibilidad que exhibió la temporada anterior. Ahora bien, dentro de este gran circo, hay un actor que se mantiene ajeno a todo este peculiar engranaje: Victor Osimhen, delantero nigeriano que se ha convertido en uno de los ídolos de la afición más joven del Nápoles, que vive un grande presente y que esta noche intentará volver a ver portería contra el Barça para escribir una nueva página dorada a los libros de historia del club partenopeo.

El Nápoles celebrando un gol en la Champions League / Foto: Europa Press
En Nápoles celebra el gol de Osimhen en el partido de ida contra el Barça / Foto: Europa Press

Victor Osimhen, un delantero criado en la pobreza de Nigeria que ya está en el recuerdo de Nápoles

El periodista italiano Simone Gambino, del portal digital Goal.com, ha querido explicar a ElNacional.cat que, "Osimhen ha sido el superhéroe del Scudetto, el ídolo de los más jóvenes, fascinados por su aspecto 'enmascarado' y su desbordante hambre de gol". Una descripción parecida a la que ha hecho el periodista Mario Gago, corresponsal deportivo en Itàlia de OndaCero: "Víctor es el goleador, el superhéroe con la máscara que siempre aparece, el georgiano es la genialidad, el creador de jugadas imposibles. Los dos han demostrado que en el regazo del Vesuvi hay jugadores que pueden encontrar su mejor nivel sin renunciar a su carácter y a su juego. Para destacar en el Nápoles, hay que entender Nápoles. De hecho, en esta ciudad no todos los grandes jugadores triunfan, por eso hay que entender el ambiente, la ciudad, el sentimiento que tienen los napolitanos por su equipo".

Y Osimhen ha sabido adaptarse a Nápoles, en parte, por sus orígenes humildes. Seguramente, la única relación que se puede encontrar entre Diego Armando Maradona, el jugador que actualmente da el nombre en el estadio del Nápoles, con Osimhhen es la pobre infancia que tuvieron que vivir ambos. El futbolista nigeriano nació en Lagos, la ciudad con más población de la Àfrica Subsahariana (21 millones de habitantes), donde dio sus primeras patadas a una pelota. Lo hizo en el barrio de Olusosun, situado en el norte de la capital de Nigeria, cerca de un vertedero de basuras gigante donde cada día buscaba unas botas para jugar a fútbol y donde, junto con sus hermanos, empezó a vender agua a los trabajadores del vertedero para llevar un plato de comida a casa.

Osimhen y Kvaratskhelia celebran un gol cono el Nápoles / Foto: Europa Press
Osimhen y Kvaratskhelia celebran un gol con el Nàpoles / Foto: Europa Press

Una llegada a Europa accidentada

"Vivía en un lugar realmente pobre y en nuestra calle, mi familia era una de las más pobres. A veces, el arrendador venía a hablar con mi padre por el tema del alquiler, y yo iba a la esquina a llorar y rogarle a Dios para que nos ayudara", confesó al atacante en una entrevista concedida al diario The Independent. "Mi hermano vendía diarios, mi hermana naranjas. Estoy muy agradecido por donde estoy hoy después de lo que he pasado", aseguró en una televisión italiana. Pero a pesar de todo eso, Osimhen no desistió a la hora de buscar su gran sueño: convertirse en jugador profesional. El Ultimate Strikers, una academia de fútbol de Lagos, fue el primero en apostar por su talento, hasta que dio el paso a las categorías inferiores de su selección, ganando el Mundial sub-17 en Chile, donde fue  el máximo goleador del torneo, para después desembarcar en Europa.

Ahora bien, su llegada al Viejo Continente fue muy accidentada. El Wolfsburg alemán fue el primero equipo europeo que decidió ficharlo, a cambio de 3,5 millones de euros. En Alemania estuvo un año y medio, pero no triunfó: ningún gol en los 16 partidos que disputó. Además, cuando ya estaba buscando un nuevo club, contrajo la Malaria, una enfermedad que le cerró varias puertas. Finalmente, sin embargo, se sumó a las filas del Chareloi de Bélgica, donde empezó a brillar con luz propia. 20 goles en 36 partidos le permitieron fichar por el Lille, donde siguió en un gran estado de forma, firmando 18 goles en 38 partidos a su primera temporada. En poco tiempo se convirtió en uno de los delanteros con más proyección del mundo, cosa que llamó la atención de un Aurelio De Laurentiis que pagó 75 millones de euros por sus servicios, una cifra récord para el Nápoles. A partir de este momento, ya está todo explicado: máximo goleador de un Scudetto histórico y con el cartel de estrella de todo un duelo de Champions League contra el Barça.

Osimhen disputando un partido cono el Lille / Foto: Europa Press
Osimhen disputand un partido con el Lille / Foto: Europa Press

La incertidumbre reina en el futuro de Osimhen

Eso sí, el paso de Osimhen por Nápoles ha tenido también páginas más desafortunadas. Algunas polémicas lo mantuvieron apartado del equipo y su futuro parece que estará en la Premier League. Ya lo tienen eso los superhéroes. No siempre generan animadversión. Hay gente que por mucho que salven vidas, siempre les tendrá recelo. Eso mismo explica Claudio D'Amato, periodista napolitano del portal digital Goal.it: "Sin duda, Osimhen fue el principal motor del Scudetto y todavía ahora, desde su retorno de la Copa de África, ha marcado muchos goles y está ayudando a levantar los azzurri. Tiene un peso fundamental en la economía del equipo en el campo, pero las polémicas que han surgido a su alrededor entre el mercado de fichajes, la renovación y las disputas internas también son fruto de un carácter que no es fácil de gestionar. En resumen: Osimhen marca la diferencia, pero nunca pasará a la historia como uno de los grandes campeones del Nápoles.