El Espanyol terminó goleado por el Real Madrid (4-1) en un partido que comenzó ganando. Lejos de asustarse, los de Manolo González se contagiaron del espíritu de su entrenador y fueron imposibles de superar durante los primeros 45 minutos. En una línea ascendente de menos a más, los blanquiazules remaron hasta ponerse por delante en el marcador con un gol de Jofre. Sin embargo, a los pocos minutos Carvajal empató y Rodrygo decantó la balanza a favor de los blancos. Después, un destello de Vinicius y Mbappé desde los 11 metros castigaron a unos periquitos que no pudieron contener a toda la artillería blanca. Tras este partido, el Espanyol rompe su buena racha y tratará de desquitarse el próximo jueves ante el Villarreal.
El Espanyol supo reajustarse para aguantar en la primera mitad
"Sabemos que es un partido complicadísimo como el que tuvimos ante el Atlético, pero creemos mucho en lo que hacemos", decía Manolo González en la rueda de prensa previa al partido. El Espanyol aprendió la lección: la concentración y el orden táctico no podían volver a ser deberes pendientes en la capital española. Y no lo fueron. Los blanquiazules (hoy de morado en solidaridad con el Día Mundial del Alzheimer) saltaron al césped del Bernabéu dispuestos a plantar cara al Real Madrid, con un dibujo mucho más interiorizado por sus jugadores y con un espíritu mucho más contagiado por su entrenador.
Pasaba la media hora de partido y el Espanyol apenas era capaz de crecer. Tan solo lograba pisar campo rival gracias a las descargas de Walid Cheddira (hoy debutando como titular) y las carreras al espacio de Javi Puado. Pero sí que lograba contener la artillería madridista. Kylian Mbappé y Rodrygo ponían el peligro en sus botas con varios acercamientos, mientras Fran García también probaba a un segurísimo Joan García. El técnico periquito reajustaba sus fichas para frenar las ofensivas blancas y se preparaba volver a realizar otro ejercicio de resistencia en Madrid.
Las modificaciones tuvieron efecto inmediato: los visitantes defendían bien plantados, más cómodos y eran capaces de aprovechar cualquier error del Madrid para armar una ofensiva. Es cierto que los blanquiazules estaban siendo dominados, pero no sufrían como lo hicieron en el partido del Metropolitano. Había margen para crecer y, poco a poco, el Espanyol lo consiguió antes de llegar al descanso.
Los blanquiazules remaron durante todo el partido para morir en la orilla
Manolo González no quería cortar esa línea ascendente y, lejos de echarse atrás, metió más pólvora en ataque dando entrada a Alejo Véliz. Sin embargo, las primeras ocasiones para el conjunto catalán estuvieron en los pies de Jofre Carreras y Carlos Romero a los dos minutos del reinicio con dos chutes potentísimos que buscaron la escuadra de Courtois. No sabemos qué diría Manolo en el descanso, pero seguro que contagió a sus jugadores. Se lo empezaba a creer el Espanyol.
Y fueron precisamente dos de 'La 21' quienes certificaron esas sensaciones: Joan García ponía un pase al hueco para Jofre Carreras y el joven extremo superaba en velocidad a toda la defensa blanca para poner un centro que Courtois terminaría encajándose en propia portería. Mandaba el Espanyol en el Bernabéu. Se sentían cómodos los chicos de Manolo sobre el césped. Pero, como se suele decir, la felicidad dura poco en casa del pobre. Carlos Romero no se decidió a despejar, Bellingham le robaba la cartera y ponía un pase tenso atrás dentro del área pequeña que se le escaparía entre las manos a Joan García en beneficio de un Carvajal que solo tuvo que empujarla al fondo de la red.
De nuevo empate en el marcador y vuelta a empezar. Los blanquiazules habían probado las mieles del gol en el Bernabéu y querían más, pero solo las individualidades de las estrellas del Real Madrid consiguieron romper la línea ascendente periquita. Un pase estratosférico de Vinicius con el exterior encontraba el remate de Rodrygo para poner por delante a los blancos en el marcador y apenas un minuto después la velocidad del 7 fue determinante para que hiciera el tercero. Después, ya con la mente más castigada que el cuerpo, Carlos Romero cometía un penalti infantil sobre Endrick que Mbappé se encargaría de transformar.
El Espanyol remó y mucho para terminar muriendo cruelmente en la orilla. Aun así, ¿quién iba a decirle al aficionado periquito hace un año que su equipo iba a ser capaz de plantarle cara al Real Madrid? La realidad es que han encontrado, por fin, un líder: Manolo González. Un técnico de barro, un obrero del fútbol que hoy pisaba las nubes blancas del cielo futbolístico por primera vez y que sabe transmitir a sus jugadores una pasión que es innegable para la afición. La derrota de hoy es un duro revés para la buena dinámica del Espanyol, pero la sensación es la de que el entrenador blanquiazul parece haber abierto la jaula para que los periquitos comiencen a soñar con volar alto.