La Real Sociedad acaba decantando hacia su lado un partido loco en que se han visto hasta ocho goles (3-5). El Girona remontaría el gol inicial de Aleksander Sørloth, pero el conjunto vizcaíno remontaría de nuevo para llevarse los tres puntos a San Sebastián.
Sørloth congela Montilivi por partida doble
El Girona trataría de poblar la zona ancha del campo para contaminar las conexiones de los zurdos de la Real Sociedad. El equipo de Imanol Alguacil hila fútbol a partir de las zurdas de Merino, Brais Méndez, David Silva y compañía, pero poco tardarían los visitantes en romper los esquemas de Míchel Sánchez. Lo haría con la firma del gigante noruego Sørloth, que aprovecharía un servicio melodioso de Take Kubo desde el flanco izquierdo para empujar el balón al fondo de las mallas. Minuto 8 y todo al garete para el Girona. Tocaría remontar.
No obstante, lejos de bajar los brazos, Montilivi empezaría a rugir para dinamitar el juego de un equipo que había quedado frío después del 0-1. Oriol Romeu volvería a imponer el orden en la medular, el Girona recuperaría la posesión y volvería a llegar el esférico a las botas del que nunca le faltan las ideas: Rodrigo Riquelme. La Real, cerradita atrás, quería defender por todos los medios su ventaja momentánea y resistir el intento de réplica inmediata de los gerundenses. Entonces, en el 23', Riquelme encontraría la rendija para hundir el muro txuri-urdín. Primeramente, haría uso del bisturí para tirar un caño milimétrico sobre Zubimendi; segundo paso, enganchar un latigazo que perforaría la escuadra de Álex Remiro. 1-1 que haría enloquecer a la grada del feudo rojiblanco, esta vez, al son de 'Roro' Riquelme.
Y es que ha parecido que la convocatoria con la sub-21 haya dejado con hambre en los internacionales del Girona. El mediapunta madrileño ya hizo dos con la selección y ha repetido desde la larga distancia. Pero al cabo de cuatro minutos, en el 27,' otro internacional con las inferiores españolas como Arnau Martínez remontaría el partido con un poderoso cabezazo que volvería a hacer inútil la estirada de Remiro. Se llegaba a las inmediaciones del descanso con un partido loco que tampoco acababa de favorecer a ninguno de los equipos. La Real necesita la posesión, mientras que el Girona prefiere controlar el esférico y defenderse con él. Sin embargo, volvería a emerger la figura de Sørloth para congelar a Montilivi de nuevo.
Take Kubo sentencia la contienda
Nadie en el estadio quería el descanso. El zafarrancho de combate estaba servido, los goles llegaban a pares y la tensión era máxima. De hecho, hay que decir que los cuatro goles del primer tiempo han venido de los únicos cuatro chutes a portería hasta el momento. Es decir, efectividad máxima para brindar una fiesta de goles que todavía no había acabado. El descanso tenía que servir para bajar pulsaciones y aclarar ideas. Dos goles encajados en cada portería denotan cosas que mejorar para cada uno de los equipos. No obstante, Taty Castellanos tardaría solo tres minutos a volver a mover el electrónico. El de Mendoza dirigiría un contragolpe prometedor, pero como no le ha saltado ningún futbolista txuri-urdín, ha llegado a la frontal para hacer el 3-2 no sin la ayuda de uno Remiro que, esta vez, podría haber hecho más.
Aunque cada parte había recuperado fuerzas en su esquina, el combate seguiría siendo un intercambio de golpes muy abierto. Llegados al 70', la Real se aprovecharía de una carta que todavía no estaba sobre la mesa: la pelota parada. Brais Méndez serviría una centrada lateral que, a pesar de probarlo Jon Pacheco, nadie desviaría y acabaría cerrando su rosca en el fondo de la red. Locura nuevamente. Igualada nuevamente, 3-3. Los visitantes reavivarían y, tal como ha hecho el Girona a la primera mitad, asestarían una vez doble en cuestión de cinco minutos. Brillando jugada colectiva del combinado vizcaíno que, después de una centrada y un control defectuoso de Brais dentro del área, quedaría la pelota muerta para que Martín Zubimendi hiciera el cuarto.
Y ya con el partido roto, con un Girona totalmente volcado a la portería rival, Merino armaría el contragolpe. Pelota para Sørloth, siempre el faro de referencia, que después de una gran cabalgata, cedería para que Take Kubo sentenciase el litigio de Montilivi. Ocho goles y dos remontamientos después, la Real viviría de primera mano la dificultad en llevarse los tres puntos del feudo gerundense.