Raphinha fue de lo poco salvable del Barça contra el Manchester United. Pese a que no tuvo su mejor día, y le costó bastante desbordar a la defensa, generó mucho peligro gracias a su increíble golpeo de balón a larga distancia. A punto estuvo de marcar varios goles, de no ser por las providenciales atajadas de David de Gea. Y al final, consiguió ver portería en un centro que Robert Lewandowski no acertó a rematar, pero se acabó colando al fondo de las redes.
Lo que no se le puede reprochar es que no lo intentara, y aunque no estuviera especialmente acertado en los metros finales, dejó algunos detalles de su increíble calidad técnica, y no se cansó de pedir la pelota. Todavía necesita un poco más de confianza en sí mismo, pero en estos momentos está claramente por delante de Ferran Torres y de Anssumane Fati en las rotaciones de Xavi Hernández, a la espera de que Ousmane Dembélé vuelva a estar disponible.

Pero el ‘22’ no ha conseguido acabar con las dudas que hay sobre su futuro. Todavía es especula con la posibilidad de que abandone el Camp Nou a final de curso si llega una oferta decente, y Joan Laporta y Mateu Alemany escucharán todas las llamadas. No acaba de ser intocable para el técnico de Terrassa, y así se demostró en la ida de la ronda previa de la Europa League, siendo sustituido, de forma sorprendente, en la segunda parte.
Mucha gente no daba crédito, pero fue retirado del terreno de juego cuando más inspirado se encontraba. Y eso no hizo ni pizca de gracia a Raphinha, que se marchó visiblemente enfadado, con cara de pocos amigos, y haciendo gestos que demostraban su disconformidad con la decisión del entrenador del Barça. Al llegar al banquillo, no dirigió la palabra a nadie, y propinó una serie de golpes al respaldo del asiento, ante la atenta mirada de sus compañeros y del resto del cuerpo técnico.
Eso obligó a Jordi Alba a tener que reaccionar, y ejercer como capitán, intentando tranquilizar al extremo de 26 años, sin éxito.
El escándalo llegó al vestuario
Lejos de quedarse ahí, el escándalo siguió en el vestuario, con Xavi teniendo que hablar personalmente con Raphinha, para explicarle su decisión, y advirtiéndole que no tolerará comportamientos así. Al final, el ex del Leeds United o del Stade Rennais tuvo que pedir perdón públicamente.
“Aprovecho para pedir perdón a todos, a Ferran y al míster, al equipo, a los aficionados. A veces tenemos tantas ganas de ayudar al equipo a ganar, que hay momentos así que no podemos controlar. Sé que cometí un error y no volverá a pasar, somos seres humanos. Eran solo ganas de ganar. El míster sabe que esto luego se pasa, pero a veces no controlamos los sentimientos. Volveré a pedir perdón mañana al equipo y disculpas por todo lo que pasó después del partido” manifestó.