Muchas veces, cuando se habla de los futbolistas, se destaca su innegociable compromiso con la disciplina, el rigor y el entrenamiento para aguantar toda su carrera en la élite y para poder alargar lo máximo posible su trayectoria. Es una visión muy reduccionista de lo que la sociedad quiere ver en un deportista o en un futbolista, en el caso que nos atañe. Porque de vez en cuando aparecen casos como los de Gareth Bale, uno de los mayores portentos físicos en pisar nunca un terreno de juego pero que, al mismo tiempo, ya hace años que decidió que el fútbol había dejado de ser su prioridad.
Todo ello se ha hecho más evidente todavía cuando el galés ha anunciado su retirada del fútbol teniendo solo 33 años. Antaño, podía ser una edad más o menos normal para colgar las botas, pero la ciencia del deporte y la inversión que hacen los atletas en ellos mismos ha aumentado tanto que superada la treintena todavía suelen tener muchos años a un nivel más que alto. No ha sido el caso de Gareth Bale, que aunque ha dejado el fútbol a los 33 años, el fútbol lo había dejado a él varios años antes.
Gareth Bale: el factor decisivo en muchas finales del Real Madrid
Su carrera es la de un niño que, después de probar el rugby y el hockey, brilló en atletismo y en el fútbol, lo que le llevó rápidamente a la Premier League. El Southampton, localidad inglesa a unos 200km de Cardiff, lo reclutó con apenas nueve años, habiendo visto sus condiciones en un torneo de seis contra seis con el Cardiff Civil Service Football Club, su primer club. Ahí empezó su andadura profesional que le llevó de Southampton a Londres, donde, luciendo el escudo del Tottenham Hotspur se convirtió en uno de los mejores futbolistas del mundo.
Bale se sabía superior a la mayoría de sus rivales y disfrutaba siéndolo. Sus galopadas se trasladaron del norte de Londres al Santiago Bernabéu. El Real Madrid pagó 101 millones de euros por un jugador diferencial y que esperaban que lo fuera durante una década. De blanco, fue decisivo en muchos títulos, marcando goles en dos finales de Champions, incluyendo un doblete contra el Liverpool en 2018 o esa mítica carrera contra Marc Bartra en una final de Copa del Rey contra el Barça.
Perdió la ilusión por el fútbol, pero no por su país
Retomando el hilo anterior, la frase de que "aunque ha dejado el fútbol a los 33 años, el fútbol lo había dejado a él varios años antes", se explica porque Bale perdió la motivación por jugar al fútbol a los 30. Llegó un momento en su vida, cuando ya lo había ganado todo, en que su única ilusión futbolística era vestir la camiseta de su selección, la de Gales. Ahí sí que volvía a brillar. Ha sido el líder absoluto de una generación que ha hecho historia en su país. Nunca antes se habían clasificado para una Eurocopa cuando Bale lo consiguió en 2016.
Lejos de conformarse con eso, en esa edición acabaron en tercera posición. Siguió la presencia de Gales en los grandes torneos en la Eurocopa de 2020, en la que cayeron en octavos y en el reciente Mundial de Qatar, la primera participación de los galeses en una Copa del Mundo desde 1958. Su sueño no era el Balón de Oro. Su sueño era llevar el nombre de su país a estar entre los mejores, y así ha sido. Una vez conseguido, ya ha tenido suficiente. Ahora, el único verde que va a pisar será el de los campos de golf, una pasión de bon vivant que explica a la perfección la idiosincrasia de un futbolista al que nunca le ha apasionado serlo.