Continúan las polémicas a raíz de la prohibición de exhibir símbolos a favor del colectivo LGBTIQ+ durante la celebración de la Eurocopa. La más reciente, que no tiene por qué ser la última antes de que acabe el torneo, tuvo lugar el pasado sábado día 3 durante la celebración del República Checa-Dinamarca correspondiente a los cuartos de final.
Un aficionado danés desplegó una bandera del arcoiris, mostrando así su apoyo al colectivo, coincidiendo con el mes del Orgullo LGBTIQ+, pero dos trabajadores de seguridad de la UEFA se la confiscaron.
El máximo organismo del fútbol europeo ha manifestado que "UEFA nunca ha instruido a los trabajadores de seguridad de Bakú (donde se jugaba el partido), o de ningún otro estadio, de confiscar ninguna bandera LGBT", y han explicado que actualmente "están investigando que pasó y que se pondrían en contacto con el delegado UEFA, el encargado de la seguridad y las autoridades locales para aclarar los hechos".
No es el primer incidente similar que ha tenido lugar durante la celebración de esta Eurocopa. Primero, unos aficionados neerlandeses intentaron lucir la misma bandera en una fanzone en Budapest, pero las autoridades húngaras se lo prohibieron. La UEFA se excusó diciendo que estas zonas habilitadas por los aficionados dependen de las autoridades locales.
Hungría ha sido lamentablemente protagonista de todos estos hechos, también alejados del fútbol, dado que el país que preside Viktor Orbán aprobó una ley que prohíbe la promoción o representación de la homosexualidad o el cambio de sexo.
Además, unos días después, UEFA denegó la propuesta del ayuntamiento de Munich de iluminar los exteriores del estadio del Bayern con los colores del arcoiris durante el partido que enfrentaba a Alemania y, como no podía ser de otra manera, Hungría.
Ahora, el protagonista ha cambiado. El República Checa-Dinamarca se jugó en Bakú, la capital de Azerbaiyán, un país que el año 2000 descriminalizó las relaciones entre personas del mismo sexo. No obstante, la organización Human Rights Watch, que vela por el respeto de los derechos humanos, denunció el año 2017 que personas del colectivo LGBTIQ+ habían sido víctimas de violencia policial, detenciones y torturas. Queda mucho camino por recorrer, y la UEFA no parece que esté demasiado dispuesta a allanarlo.