Punto final a una Liga para olvidar. Este domingo, el Barça se ha despedido del torneo doméstico más estrambótico de los últimos años: cambio de entrenador, pandemia mundial, parón de tres meses y título del Real Madrid. Tantas variables no las habíamos visto venir.

Una Liga tan extraña como esta sólo se podía cerrar el 19 de julio, a más de 30 grados y contra un rival con resaca. Cosas del coronavirus. La realidad, no hace falta que nos engañamos, es que muchos deseábamos que todo se acabara. Quique Setién probablemente también.

La cuestión es que la temporada del Barça en la Liga ha sido triste. Muy triste. El título se ha escapado. El papel de los blaugrana en los Clásicos fue penoso. Los jugadores del primer equipo han estado por debajo de su nivel habitual. Los técnicos que han pasado por el banquillo, Ernesto Valverde y Setién, no han encontrado soluciones y han decepcionado. De Eder Sarabia y su doctrina de coach de marca blanca vale más no hablar.

Riqui Puig celebra el gol de Messi / EFE

Así pues, las únicas noticias positivas de la temporada en clave culé -las auténticas victorias de esta Liga- son las apariciones de Ansu Fati y Riqui Puig. La Masia es uno de los pocos factores del club que nunca falla.

Con 17 años y sólo 11 titularidades, el delantero hispanoguineano ha conseguido firmar 7 goles a la Liga. Su media, por ejemplo, es superior a la de Antoine Griezmann. Y lo mejor es que Leo Messi se lo cree y lo habilita constantemente porque sabe que en la zona de tres cuartos no perdona.

El caso de Riqui Puig es tan o más llamativo que el de Ansu. Interior nacido para comandar la medular del Barça, cada vez que ha contado con una oportunidad en el once ha demostrado que tiene que ser titular. El de Matadepera mejora cada pelota que toca y, paralelamente, retrata a compañeros como Ivan Rakitic o Arturo Vidal, dos figuras acomodadas que han dispuesto de infinitas ocasiones para hacerse valer. Pero no lo han hecho, claro está.

El Barça ha perdido la Liga pero ha ganado dos fundamentos sobre los cuales construir el nuevo proyecto. No por lo qué puedan aportar, sino por lo qué ya aportan. Si el club apuesta firmemente por ellos, la caída de esta temporada podría salir barata.