Uno de los temas más candentes en la mesa de Joan Laporta y del FC Barcelona es la renovación de Ronald Araujo. El uruguayo, ya importante cuando su tocayo Ronald Koeman era el entrenador del primer equipo blaugrana, se ha destapado como un central todavía más imponente desde la llegada de Xavi Hernández.
Barça y Araujo están obligados a entenderse
Aunque el técnico blaugrana ha manifestado recientemente en rueda de prensa que al central le queda mucho que aprender, sobre todo con balón en los pies, algo que, según Xavi, no tiene tan desarrollado por no haberse formado como futbolista en Can Barça, en los partidos importantes siempre juega, y nadie esconde que debe ser una pieza clave en el Barça de la próxima década.
Tiene contrato hasta junio de 2023, por lo que cuando acabe esta temporada, todavía le quedará una más, pero ni club ni jugador quieren tener que esperar tanto para sellar su ampliación de contrato, algo que a día de hoy es tan deseado como difícil.
Porque deportivamente todos quieren que se lleve a cabo. El Barça lo quiere y lo necesita, y el jugador siempre ha manifestado su deseo de triunfar y consolidarse como un jugador del más alto nivel mundial, y hacerlo de blaugrana, donde es muy querido por la afición, pero económicamente nada es tan sencillo.
Nadie está dispuesto a ceder
La delicada situación económica de la entidad, con un límite salarial negativo de -144 millones de euros, hace que por cada euro de más que se quiera añadir al sueldo anual de Araujo, deban haberse ahorrado cuatro anteriormente, para seguir la regla del 1/4.
Es por ello que tanto Joan Laporta como Mateu Alemany, para no comprometer en exceso el futuro a corto y medio plazo del club y poder hacer algún fichaje interesante en verano, no quieren tirar la casa por la ventana por el uruguayo, ni tampoco por Gavi, que está en una situación muy parecida.
Los contactos con los agentes de Araujo son constantes y fluídos, y a cada día que pasa la tensión va en augmento. Todos quieren ponerse de acuerdo, pero nadie está dispuesto a ceder, y el perjudicado puede acabar siendo el futbolista, que bastante tiene con rendir bien en el terreno de juego como para preocuparse de lo que pase fuera de él. En el campo, el uruguayo debe seguir siendo importante para conseguir los objetivos a final de temporada, pero en los despachos, todos los agentes implicados deben desencallar la situación cuanto antes, por el bien de todos.