El barcelonismo tiene muchos ídolos, pero pocos están a la altura de la adoración que provoca Ronaldinho. El Gaúcho le dibujó una sonrisa a miles de aficionados culés que vivían sumidos en una depresión cuándo llegó a la Ciudad Condal en 2003, y él fue el líder del Barça que volvió a tocar la gloria europea en París, en 2006, cuando venció en la final de la Champions al Arsenal de Thierry Henry.
Guardiola echó a Ronaldinho por el bien de Messi
Pero con la llegada al banquillo de Pep Guardiola se precipitó su salida. Ronaldinho prefirió pasárselo bien mientras podía, en lugar de ser un trabajador ejemplar, lo que podría haberlo convertido en el mejor jugador del planeta durante unos años más. Guardiola lo sabía, y también era consciente que la estrella del futuro debía ser Leo Messi, y aunque Ronaldinho era prácticamente un mentor para el argentino, Guardiola se plantó y exigió su salida.
Aunque Ronaldinho acogió bajo su tutela a Messi cuando este era un adolescente que empezaba a aparecer en la élite, en el Barça se creyó que su influencia podía llegar a ser negativa, y antes de arriesgarse a ello se optó por la vía rápida y cortó de raíz, forzando su salida, además de la de Deco, y lo intentó con Eto'o, que se quedó un año más.
Pese a su salida, nadie puede negar que Ronaldinho es uno de los futbolistas más importantes en la historia del Barça, y siempre que puede, o le apetece, se sigue pasando por Barcelona para revivir esos maravillosos años que vivió, tanto en el Camp Nou como fuera de él.
Pasó la noche del martes en una discoteca
Era un asiduo de la noche barcelonesa, y más de una década después, nada parece haber cambiado. Porque Ronnie ha estado pasando unos días en Barcelona, tal como ha publicado en su perfil de Instagram, donde ha publicado imágenes en el Camp Nou, o en la zona de la playa, por ejemplo.
Lo que no ha promocionado en sus redes sociales ha sido la noche que pasó en Opium, una conocida discoteca de la Barceloneta. Según ha publicado BMagazine, el exfutbolista disfrutó de la madrugada del martes con sus amigos en un reservado de la citada discoteca.
A sus 42 años, sigue siendo un bon vivant, enamorado de Barcelona y de todo lo que ofrece la capital catalana. No ha cambiado nunca, y tampoco hace falta que lo haga. Genio y figura, del primer día hasta el último.