Después de 13 años navegando por la segunda división alemana, los piratas del Sankt Pauli regresan a la Bundesliga. Entre mareas calmadas que les hicieron avistar la primera división y soñar con el ascenso en temporadas pasadas y fuertes temporales que les azotaban y les hundían hasta la zona más baja de la tabla. Así ha sido el paso del equipo más progresista del mundo por la categoría de plata del fútbol alemán.
Ahora, tras ganar al VfL Osnabrück (3-1), el St. Pauli confirmaba matemáticamente su ascenso y los piratas del equipo de Hamburgo pueden volver a soñar con el oro de la Bundesliga. Pero su regreso a la élite va más allá de lo puramente deportivo: los Freibeuter son conocidos mundialmente por sus reivindicaciones sociales y se han convertido en una referencia para muchos aficionados que han quedado seducidos por su ideología y sus movilizaciones fuera del terreno de juego.
El St. Pauli dependía de sí mismo para ascender y la afición ha respondido
El St. Pauli tenía en su mano la posibilidad de ascender (un punto le bastaba para certificar la gesta matemáticamente) y, además, la posibilidad de hacerlo en Millerntor, su casa. Y en un partido de esta magnitud, la afición ha respondido con creces para acompañar al equipo. Antes del encuentro, cerca de 5.000 piratas se reunían en los aledaños del estadio para montar una fiesta que comenzaba a celebrar un hito que ya es histórico.
Durante el partido, los goles de Afolayan (2) y Hartel bastaron para superar a sus rivales y marcar el inicio de una fiesta que se extenderá durante los próximos días en Hamburgo. La locura no tardó en desatarse entre los piratas que, con el pitido final, no dudaron en saltar al césped e invadir el campo para celebrar con sus jugadores el regreso a una categoría que solo ha podido pisar tres temporadas en el último siglo.
Además, con este paso al frente, el St. Pauli privará al futbol alemán del derbi de Hamburgo, uno de los más calientes de toda Europa. El Hamburgo S.V., rival de su misma ciudad, estuvo peleando por las plazas de ascenso hasta el final, pero se quedó sin opciones tras perder en la penúltima jornada y caer fuera de play-off. Una curiosidad que no deja de sorprender, ya que será la primera vez en la historia en la que el St. Pauli esté una categoría por encima del Hamburgo.
El St. Pauli es conocido por ser el club más progresista del mundo
Más allá de lo deportivo, si por algo se conoce al Sankt Pauli es por sus movilizaciones fuera de los terrenos de juego y por su valentía a la hora de exponer reivindicaciones sociales. Fundado en 1910, los piratas siempre han vestido de color marrón debido a la vestimenta de los estibadores del puerto, que jugaban con su uniforme de trabajo al acabar sus jornadas laborales. Desde entonces, el club se ha caracterizado por ese color tan peculiar y por usar una calavera con dos huesos cruzados como símbolo.
Y es que el apodo de los piratas no es casual: Hamburgo tiene el segundo puerto con más tráfico de toda Europa y fue epicentro de la piratería en los siglos XV y XVI. Pero no solo es una cuestión de identidad, también lo es de carácter. Astuto, descarado, rebelde y un punto insolente. Así es el St. Pauli, un equipo que ha sido pionero en liderar reivindicaciones sociales contra la homofobia y el sexismo, incorporando desde 1991 varias posturas antirracistas y antihomofóbicas a su reglamento interno.
Pero no solo queda ahí, sino que los piratas fueron los primeros en prohibir cánticos xenófobos en su estadio. Desde 2002 y hasta 2010, Corny Littmann se convirtió en el primer presidente abiertamente gay y militante de la causa LGTB en dirigir un club de futbol. La ideología de este club está más que clara, pero, para aquellos que aún tengan dudas, el mural del interior de su estadio se las resuelve: dos hombres besándose bajo el lema "Lo único que importa es el amor".
El St. Pauli es un club antifascista que ha servido de refugio para muchos futbolistas
Otro punto que el club alemán se ha encargado de manifestar abiertamente una y otra vez es su condena y rechazo total a cualquier tipo de ideología fascista. De hecho, tras conocer que su expresidente entre 1931 y 1936 Wilhelm Koch había colaborado con la Alemania Nazi, la movilización de los aficionados provocó que se cambiase el nombre del campo de Wilhelm-Koch-Stadion al actual Millerntor-Stadion.
Los alemanes también organizaron la FIFI World Cup de 2006, un mundial para selecciones no reconocidas por la FIFA que se celebró en el estadio del St. Pauli. Groenlandia, Gibraltar, Zanzíbar, Tíbet y la República Turca del Norte de Chipre fueron las naciones no reconocidas que participaron junto a la "República de Sankt Pauli", una selección ficticia formada por futbolistas no profesionales de las distintas secciones del club.
Pero aparte de sus distintas ideas sociales y políticas, el club también ha servido de refugio para muchos futbolistas, como los del FC Lampedusa. Tras el desembarco de miles de migrantes en la isla italiana, el club de Hamburgo apadrinó al equipo de refugiados que acababa de llegar a la ciudad alemana. Ya en 2016, los piratas anunciaron la fusión con el equipo y pasó a ser entrenado por integrantes del equipo femenino del St. Pauli.
Así es el Sankt Pauli, el club más progresista y reivindicador del mundo, que ya ha abordado la Bundesliga para asaltarla en busca de oro. Sin duda, en este nuevo periplo por la élite, los piratas de Hamburgo tendrán que enfrentar fuertes tempestades, pero, con su carácter valiente y atrevido, no hay duda de que serán capaces de navegar entre las grandes embarcaciones de Alemania. Además, pueden estar seguros de que contarán con el apoyo de miles de seguidores por todo el mundo.