Los Juegos Olímpicos de Tokio serán uno de los más especiales y uno de los más agridulces de los últimos tiempos. Fueron los primeros en aplazarse, desde la Segunda Guerra Mundial no se cancelaban unos, y el culpable fue el coronavirus. La pandemia obligó a mover todas las fechas un año entero y la Covid todavía sigue presente.
Estado de emergencia y sin público
La situación no mejora, más bien empeora. Este miércoles se confirmó la cifra más alta de casos registrados desde enero, 1.308 nuevas infecciones, y las autoridades aprobaron hace una semana el estado de emergencia en el área de Tokio hasta el 22 de agosto. También se ha restringido el acceso a los espectadores y se vivirán unos Juegos en silencio y sin público. En un principio se limitaron los espectadores extranjeros y ahora no podrán ir ni los japoneses.
El ritmo de vacunación en Japón es más bajo que en Catalunya, por ejemplo, y es que sólo el 18% (22,6 millones de personas) de su población tiene la pauta completa.
La ausencia de público tiene sus consecuencias económicas y los organizadores han estimado unas pérdidas de 670 millones de euros para hacerlo a puerta cerrada. Se habían previsto vender nueve millones de entrenadas, que habría supuesto un récord.
Fuertes medidas para alcanzar el contagio cero
Ante las críticas por no haber aplazado los Juegos Olímpicos y con cerca del 80% de la población local en contra de la decisión de ir directamente, el comité organizador ha previsto un protocolo en busca del contagio cero entre los deportistas. Y es que no hay que olvidar que más de 11.000 deportistas se darán cita en Tokio.
Todos ellos, para empezar, tendrán que llevar siempre encima el pasaporte Covid, que recibirán cuando pasen dos tests negativos en su país de origen, con 96 horas de diferencia, y otro al aterrizar en Japón. También será obligatorio el uso de la mascarilla, que sólo se podrán sacar en espacios abiertos y con las pertinentes medidas de seguridad. Los deportistas tienen prohibido el uso del transporte público, así como hacer turismo o salir a comprar.
Además, cada vez que quieran acceder a la Villa Olímpica tendrán que pasar un detector facial, con el que se evitará que ninguna persona no autorizada acceda al corazón de los Juegos Olímpicos. Una vez finalice su participación, el deportista tendrá que abandonar el país en un máximo de 48 horas.
La siempre espectacular tecnología japonesa también ha ideado una máquina que pondrá automáticamente los guantes a los deportistas a la hora de las comidas, que por motivos de seguridad tendrán que ser tan cortas como sea posible. Además, habrá un control de temperatura diario.
De hecho, cada deportista recibirá un manual de 70 páginas donde se detalla exactamente cuáles son los protocolos y las normas de comportamiento.
¿Qué pasa si hay un positivo?
Aunque la vacunación entre los deportistas no es obligatoria, se calcula que un 85% estará vacunado antes del inicio de los Juegos Olímpicos.
Con todas las PCR previas negativas, los deportistas serán sometidos aleatoriamente a pruebas de antígenos. En caso de que alguno de ellos dé positivo, serán sometidos a una PCR salival y, si vuelve a ser positivo, en una nasofaríngea. Si la prueba vuelve a salir positiva, el deportista quedará automáticamente excluido de los Juegos Olímpicos y tendrá que aislarse.
Más complicado de resolver serán los casos de contactos directos, que serán estudiados individualmente, ya que no es lo mismo ser contacto de alguien con el que se ha compartido comedor que un compañero de equipo.
El comité organizador ha contratado más de 7.000 miembros de personal médico.
Una Villa Olímpica especial
Todos los deportistas que han participado alguna vez en unos Juegos Olímpicos han destacado siempre la experiencia inolvidable de vivir durante 15 días en la Villa Olímpica, donde el ambiente, único, hace emanar los valores de los Juegos Olímpicos.
En esta ocasión, desgraciadamente, la experiencia no será la misma. Para empezar, porque los deportistas sólo podrán abandonarla para ir a las competiciones, y lo tendrán que hacer en los autobuses eléctricos del comité organizar ha comprado para la ocasión.
Se trata de una espectacular instalación de 44 hectáreas situada en la Bahia de Tokio, cerca de buena parte de las sedes, y desde dónde los residentes tendrán unas espectaculares vistas de la skyline de la metrópoli japonesa. En total, hay 18.000 camas para deportistas olímpicos y 8.000 adaptados para paralímpicos.
A la hora de las comidas, se han construido varios comedores para minimizar el riesgo de contagio y planificado más de 700 menús diferentes, para contrarrestar el hecho que nadie podrá salir del recinto si no es para ir a competir o no entrenar. También se ha construido un recinto habilitado como clínica Covid-19.
Para minimizar el impacto de no poder salir de la Villa Olímpica, se ha creado una espectacular zona verde, por donde poder pasear, además de una zona para poder jugar en videojuegos e incluso una plaza con varias tiendas.