Por mucho que todas las lágrimas ya cayeron el sábado pasado en el Camp Nou, el último servicio de Gerard Piqué como futbolista del Barça ha sido en Pamplona en el último partido de los blaugrana antes del Mundial. Pocas cosas nuevas se pueden decir a estas alturas de un central histórico, un jugador de leyenda y un barcelonista como pocos, que no se hayan dicho ya. Sin embargo, para dimensionar la magnitud de Gerard Piqué, ha sido el protagonista absoluto de un partido en el cual ni siquiera ha jugado.
Piqué, protagonista a pesar de no jugar
En la previa, todas las cámaras lo buscaban, y aunque cuando se han hecho públicas las alineaciones se ha confirmado que no era titular, seguía centrando todas las miradas. Porque aquellos que hoy estaban en el Estadio del Sadar han tenido la fortuna de despedir de forma definitiva a una de las personas más influyentes en la historia del fútbol catalán y español. Un personaje de muchas capas, y todas ellas con una infinidad de peculiaridades que lo hacen una rara avis dentro de un mundo, el del fútbol, que se divide entre los que quieren parecer planos y los que directamente lo son.
El partido contra Osasuna ha tenido de todo, pero no sería extraño imaginar que por la cabez de Gerard Piqué se estaba jugando otro partido. El último partido. Un animal competitivo como ha sido él durante toda su carrera quizás ha pensado que, con su presencia en el césped, los navarros no habrían marcado en un córner. O que él habría liderado, con su jerarquía, la remontada de un Barça con el orgullo tocado después de la expulsión de Robert Lewandowski. Porque, aunque una vez se haya puesto en duda su implicación con el equipo en los últimos meses, ha sido él quien al descanso ha ido a por el árbitro Gil Manzano a recriminarle su actuación en los primeros 45 minutos.
Una expulsión para entrar en la historia
Porque, a pesar de ser un futbolista que lo ha ganado todo y sabiendo que el resultado del partido de hoy no tendría la mínima influencia en su carrera más allá de cerrarla con una victoria o no, ha demostrado que, como él mismo dijo en el vídeo de despedida, antes de ser futbolista es del Barça. Porque, si hubiera pensado en acabar su carrera de una forma inmaculada y, quizás en el terreno de juego, las protestas al árbitro no habrían sido tan insistentes. Gil Manzano, por si no había tenido bastante protagonismo, se ha querido colgar la medalla de hacer que lo último de la carrera de Piqué fuera una expulsión, y así lo ha hecho durante el tiempo de descanso.
Pero el destino tenía guardado que fuera un partido para la historia, aunque lo ha sido por un hecho que no se podía esperar. Con esta expulsión Piqué ha igualado a Hristo Stoichkov como futbolista con más expulsiones en la historia del Barça, con 11. Quién sabe si ver como uno de sus capitanes, y una de las voces más respetadas en el vestuario acababa su carrera expulsado, ha hecho que el Barça se rebelara contra un guion que parecía establecido y acabara remontando. Primero Pedri, y después Raphinha, han dado la vuelta a un partido que sirve para despedir a Piqué desde el liderato de la liga.