El barcelonismo se llevó las manos a la cabeza cuando el sábado por la mañana, con el Atlético de Madrid-Barça todavía por disputarse, Joan Laporta habló ante los micrófonos para garantizar la continuidad de Ronald Koeman en el banquillo blaugrana, fuera cual fuera el resultado del Wanda Metropolitano. El presidente, de hecho, atendió a los medios de comunicación en ese momento para, precisamente, evitar tener que hacerlo tras otro ridículo más del primer equipo, pues en ese momento todo el mundo daba por hecho de que Koeman ya estaba sentenciado.
"Koeman continuará siendo entrenador del Barça. Tiene un margen de confianza con independencia del resultado de hoy. Merece un margen de confianza sobre todo por ser barcelonista. Valoro mucho que asumiera ser entrenador del Barça en momentos de máxima dificultad deportiva e institucional. Ha recuperado el ánimo. Después de hablar con él veo que confía en este equipo, sobre todo a partir del momento en que se empiecen a recuperar los lesionados", afirmó Laporta.
La crisis económica salva a Koeman
La realidad, sin embargo, es que Ronald Koeman seguirá en el banquillo del Barça por el simple hecho de que el club blaugrana no puede pagarle el finiquito. Para echar al entrenador holandés y fichar a su sustituto el Barça solo puede gastarse 4 millones de euros, por el implacable límite salarial implantado por LaLiga, y solo el finiquito de Koeman asciende hasta los 13 millones de euros.
El Barça ha estado días estudiando la fórmula de hacer frente al despido de Koeman y tuvo muy avanzadas las conversaciones de Xavi Hernández, pero al final el puzzle no ha encajado. Como ya sucedió con la renovación de Leo Messi, el departamento económico del Barça ha acabado tirando para atrás el objetivo de Laporta. Finalmente, el presidente asumió que debía cambiar de idea y Rafa Yuste le hizo ver las partes positivas de la continuidad de Koeman.
Koeman, ratificado por obligación
Y es que según han afirmado varios periodistas próximos a Laporta, el mismo presidente afirmó tras la debacle contra el Benfica en una conversación informal que Koeman estaba sentenciado y que el cambio en el banquillo se llevaría a cabo tras el partido contra el Atlético, fuera cual fuera el resultado.
Koeman, además, también daba por hecho que sería despedido, aunque aún y así siguió negándose a negociar el pago del finiquito, consciente que la coyuntura económica jugaba a su favor. Finamente, el entrenador neerlandés ha visto como su pésimo inicio de temporada y algunos actos cuestionables como leer un comunicado en vez de atender a los medios de comunicación.