El Barça no aprovecha el impulso de la Champions, empata contra el Valencia en Mestalla y pierde el liderato de la Liga, ahora en manos del Sevilla (1-1). Los blaugrana, fieles a su estilo, se sobreponen al gol inicial de los valencianos gracias a la lucidez de Leo Messi, pero acusan la falta de gol y no traducen en el marcador su dominio sobre el césped.
La misma fórmula
Ernesto Valverde ha seguido aferrado al mismo sistema que le dio vida en Europa. Arthur volvía al medio del campo y Philippe Coutinho seguía en la banda. El Barça volvía a apostar por controlar el partido. Y lo hacía con Thomas Vermaelen de central. El belga era la única cara nueva respecto al último partido contra el Tottenham. Valverde quería que el equipo se entregara a sus certezas ante un rival que ha despertado todas sus dudas en la primera jugada.
Un error de Gerard Piqué a la salida de un córner ha servido en bandeja el gol a Ezequiel Garay, que sólo ha tenido que empujar la pelota sobre la misma línea de gol. El Barça se disparaba en el pie. Tocaba remontar. Otra vez. Mestalla, especialmente motivada cuando el rival viste de blaugrana, vibraba porque el gol pintaba el mejor decorado posible. El Valencia legitimaba su plan, basado en un 4-4-2 casi letal cuando puede desplegarse al contragolpe.
La tormenta posterior al 1-0 ha estado a punto de llevarse por delante al Barça, que lo fiaba todo en las manos de Ter Stegen. El Valencia atacaba por donde quería. La sensación de peligro despertaba en cualquier balón al espacio. Messi estaba desaparecido. Y esta era la peor noticia. El paso de los minutos ha premiado el instinto de supervivencia del Barça. El equipo necesitaba la pelota y a base de posesiones largas ha empezado a recordar el día de Wembley.
Messi se ha convertido en el gran agitador del partido. El Valencia, que perdía a Gonçalo Guedes por lesión, se defendía con comodidad, dando metros en las bandas y tapando los pasillos interiores. La pelota iba de un lado a otro y ya encontraba las botas del capitán del Barça, que ha penalizado las dudas de Dani Parejo con el gol del empate. Una pared con Luis Suárez ha generado un espacio en la frontal del área que Messi no ha desperdiciado. Disparo enganchado al palo. Pase a la red. Imposible para el portero Neto.
A medio camino
El 1-1 ha marcado un punto de inflexión porque la muralla del Valencia se había resquebrajado por donde estaba más fortificada. El Barça ha empezado a jugar sin prisa, gestionando los tiempos del partido y acumulando pases en campo contrario. El Valencia se sabía débil y extremaba su planteamiento, reduciendo las distancias entre líneas y aprovechando cualquier error para coger aire.
El dominio absoluto del Barça no derivaba en ocasiones claras de gol. Suárez, frustrado, se ha vuelto a convertir en un aliado en la presión y un enemigo en la combinación. No está nada fino cuando tiene que jugar de espaldas y generar ventajas para los compañeros. Él sabe que no pasa por su mejor momento y que se pierde en luchas estériles con los centrales y protestas injustificadas a los árbitros.
El Barça necesitaba una chispa de talento individual para encender la mecha de la remontada. Faltaba improvisación en ataques que casi nunca morían en las manos de Neto. El Valencia empezaba a evidenciar el desgaste pero no sufría para defenderse. Valverde no ha hecho el primer cambio hasta el minuto 83. Dembélé ha sido el arma blaugrana para intentar hacer justicia con la propuesta de unos y otros.
El resultado no se ha movido. El equipo ha pagado la falta de ideas y ha visto como sus casi mil pases (992) se quedaban sin premio. Con el empate, el Barça desaprovecha el batacazo del Madrid en Vitoria, pierde dos puntos y el liderato.