En los primeros años del siglo XXI, en Brasil se frotaban las manos viendo lo que podía ser la mejor dupla ofensiva de todos los tiempos. Y es que a Ronaldo Nazario, el Fenómeno, se le unía la explosión de otro delantero de leyenda, Adriano Leite, el Emperador, que después de destacar en el Flamengo había fichado por el Inter de Milán, para perforar las redes de toda Italia con una potencia y una calidad fuera de toda duda. Los goles de Adriano, de una bellísima factura, no tardaron en dar la vuelta al mundo, hasta el punto de que asumió los galones de Ronaldo en los tiempos en los que estuvo el Fenómeno, mayor que él, empezó a bajar su nivel competitivo.

Todo cambió en el 2004, cuando Adriano tenía 22 años, a causa del fallecimiento de su padre, una noticia durísima que le llevó a caer en una fuerte depresión y a catapultar unos problemas personales que ya llevaba tiempo sufriendo. "Después de ese día, mi amor por el fútbol nunca volvió a ser el mismo. Me deprimí mucho. Empecé a beber mucho. Realmente no quería entrenar. No tuvo nada que ver con el Inter. Solo quería ir a casa. A pesar de que marqué muchos goles en la Serie A durante esos pocos años, y aunque la afición realmente me amaba, mi alegría se había ido", afirmó el brasileño años después.

El final inesperado de una leyenda

Adriano decidió volver a Brasil, para jugar en el Sao Paulo, el Flamengo, el Corinthians y el Athletico Paranaense, con regresos esporádicos a Italia, para volver al Inter de Milán y a jugar en la Roma. Desgraciadamente, ya era demasiado tarde, ya que sus apariciones en los medios de comunicación ya no era gracias a su fútbol, sino a su vida extradeportiva.

Y es que Adriano se volvió en un adicto al alcohol y se dejó llevar físicamente, hasta tener sobrepeso. A todo ello se añadieron imágenes que dieron la vuelta al mundo, como una en la que aparece en una favela de Río de Janeiro alzando un arma de fuego. Tras un último intento, fallido, de volver a jugar a fútbol en los Estados Unidos, Adriano colgó las botas definitivamente en el 2016, cuando tenía solamente 34 años.

Adriano, el Emperador caído

Atrás dejaba una carrera que podría haber sido legendaria, de época, el ejemplo claro de un ángel caído. Adriano volvió a Brasil, a vivir en la favela, cerca de los amigos de siempre, con apariciones esporádicas en los medios por alguna salida de tono, como cuando no llegó a tiempo para comentar la final de la Champions League entre el Manchester City y el Inter de Milán por perder su vuelo, por estar toda la noche previa bailando y bebiendo alcohol en locales de Barra de Tijuca.

Y ahora, Adriano ha vuelto a ser noticia por unas imágenes que se han viralizado por las redes sociales, en las que aparece en una favela visiblemente embriagado y descalzo. Es la enésima imagen preocupante de aquel emperador del fútbol que cayó en la desgracia, de un jugador que se convirtió en todo un icono en una era de grandes estrellas.