Bosch cerrará la fábrica de Lliçà d'Amunt antes de final de año y despedirá a su plantilla, de 336 trabajadores. El grupo alemán ha comunicado a los representantes de los trabajadores este jueves que transferirá la producción de sistemas de freno convencionales de las instalaciones del Vallès en Breslau (Polonia), un hecho que los sindicatos califican de "deslocalización sin paliativos y sin escrúpulos" y de "crueldad" después de años de congelaciones y reducciones salariales de plantilla en los centros de trabajo catalanes. La decisión de la multinacional se suma al cese de actividad de la planta de Castellet i La Gornal que se ha fijado en noviembre de 2021.
La empresa trabaja con la previsión de cerrar la planta cuanto antes mejor, aunque todavía no hay fecha para empezar el proceso de consultas del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) con los sindicatos, que se oponen al cierre de las instalaciones.
Poco volumen de mercado
El proveedor de componentes para la industria del automóvil argumenta el cierre de la planta de Lliçà por el poco volumen de mercado del producto que fabrican, los servofrenos convencionales al vacío, en detrimento de los electromecánicos, que utilizan los vehículos electrificados, eléctricos y los motores de combustión más eficientes. Otro motivo que ha llevado a Bosch a tomar esta decisión es la competencia intensa ante la caída de la demanda general del sector de componentes del automóvil. "Hemos preferido consolidar la producción y dejar a que una sola planta cubra el mercado de Europa", ha explicado a la ACN un portavoz de la empresa.
"La empresa alega que la situación económica no hace viable tener dos plantas en Europa y la de menos coste es la más potenciada. Las producciones que podríamos hacer aquí se trasladarán y eso nos vierte a nosotros al pacto del hambre", ha lamentado Emili Castells, presidente del comité de empresa. Los representantes sindicales prevén reunirse con el Departamento de Empresa este lunes para tratar de revertir la situación. La fábrica vallesana no trabaja al 100% de la capacidad productiva, pero tenían pedidos planificados hasta el 2026, según fuentes sindicales.
La UGT, sindicato mayoritario en la empresa, ha denunciado que tanto en el caso de Lliçà como en el de Castellet, la multinacional alemana ha actuado con crueldad y "ha ido directamente con una deslocalización sin escrúpulos, su principal opción de negocio". Con el cierre de las plantas de Llicà y Castellet i La Gornal la empresa puede acabar despidiendo a 600 personas en Catalunya.