Catalunya no ha sido capaz de traducir el progreso económico del país en bienestar social para su población. Esta es la conclusión que se extrae del sistema de Indicadores de Progreso y Bienestar (IPB) elaborado por la Cambra de Comerç de Barcelona, ideada para tener una visión completa de la realidad multidimensional del país. De hecho, durante su intervención, la presidenta de la Cambra, Mònica Roca, ha asegurado que estos nuevos indicadores presentados tienen que servir para hacer crítica constructiva sobre lo que se ha hecho mal los últimos años en Catalunya y tratar así de avanzar y crecer de manera sostenible.

Al mismo tiempo, esta no traducción de progreso económico en bienestar también se traduce en un estancamiento del consumo probado y de los salarios reales de la población desde hace 20 años. Para llegar hasta aquí la Cambra, concretamente el Gabinete de Estudios económicos se ha fijado en cuatro grandes indicadores, progreso, bienestar, sostenibilidad y calidad del crecimiento, y cada uno de estos indicadores se analiza desde un doble vertiente: comparativa con los cinco principales países fundadores de la Unión Europea (Alemania, Francia, Italia, Países Bajos y Bélgica), donde se utilizan datos con periodicidad anual, y valorativa de la evolución histórica de la variable en el mismo país, con periodicidad trimestral siempre que lo permiten los datos.

La presidenta de la Cambra, Mònica Roca, durante su intervención - Sergi Alcàzar

Al acto también ha participado Lluís Juncà, director general de de Innovació i Emprenedoria del Govern, que ha constatado que Catalunya necesita otro método para medir el progreso, ya que el PIB no mide el bienestar de las personas. Es por eso que ha asegurado que se tiene que cambiar el modelo y que los indicadores presentados por la Cambra son un ejemplo de este cambio de paradigma.

Al mismo tiempo, Juncà ha admitido que los indicadores hacen aflorar las vergüenzas de los gobiernos de las últimas décadas porque muestran aquello que no se ha hecho bien desde las administraciones, por eso ha asegurado que a partir de ahora repensarán como se tienen que hacer las cosas.

Lluís Juncà durante su intervención - Sergi Alcàzar

Progreso de Catalunya los últimos 20 años

Para medir el progreso de Catalunya los últimos años, la Cambra se ha fijado en tres grandes aspectos, el progreso económico, el social y el tecnológico. Con respecto al económico, representado por el PIB per cápita, vemos como en Catalunya se ha estancado, de hecho hoy día representa un 92,8% del nivel alcanzado por las cinco principales economías europeas y es casi el mismo porcentaje observado el año 2000 (93,6%). Ahora bien, si miramos la evolución trimestral del PIB per cápita catalán descontando la inflación, vemos cómo en el 2019 se registraba un aumento acumulado del 15,1% en comparación con el segundo trimestre de 2000, por lo tanto podemos decir que sí que han estado progreso económico en Catalunya los últimos años.

En el apartado del nivel de formación de los habitantes de un país, el progreso social, Catalunya tiene un elevado peso de los activos poco cualificados en Catalunya en comparación con la UE y eso explica, en parte, el diferencial en términos de PIB per cápita. Sin embargo, la distancia se ha reducido de 20 a 13 puntos, que supongo un progreso continuado con respecto a la calificación de los ciudadanos.

Plano general de la presentación de los IPB - Sergi Alcàzar

Con respecto al progreso tecnológico, Catalunya sí que ha disminuido la ratio R+D/PIB desde el 2009, mientras que en la UE-5 ha aumentado, que se traduce en una falta de progreso y de convergencia en capacidad para generar tecnología.

Bienestar en Catalunya

Ahora bien, el progreso de los últimos años, no se ha acabado de traducir en bienestar para los ciudadanos del país. Para analizar el bienestar, la Cambra se ha centrado en tres categorías, el bienestar físico, el social y el económico. El bienestar físico, asociado con el estado de salud, muestra como Catalunya tiene una mayor esperanza de vida, el gasto en salud por habitante, todavía es un 40% inferior a UE. Así pues, el bajo nivel del gasto sanitario tensa en exceso el sistema de salud durante episodios singulares como la pandemia y también lo hará a largo plazo, para hacer frente a las consecuencias del envejecimiento progresivo.

 

Con respecto al bienestar social, representado por el gasto en sanidad, educación y servicios sociales. Ahora bien, comparado con la UE, seguimos estando muy lejos de los niveles europeos, aunque términos absolutos la mejora de Catalunya es notable, ya que el gasto en servicios públicos básicos ha aumentado un 70%. Por lo tanto, el nivel de bienestar social en Catalunya ha aumentado tendencialmente en términos absolutos.

Por último, el bienestar económico, si se mide por el consumo en bienes y servicios privados por habitante se observa un diferencial persistente con el núcleo europeo y superior al diferencial en PIB per cápita. Mirándolo bien, observamos cómo, en términos absolutos, se aprecia más claramente el desajuste entre PIB y bienestar efectivo que se traduce en un estancamiento del consumo privado en los últimos años.

Sostenibilidad

Un factor muy importante de los IPB de la Cambra, que a partir de ahora se presentarán trimestralmente, es la sostenibilidad. Y es que en medio de una crisis climática como el actual, la corporación opta por crecer de forma sostenible afectando el mínimo el medio ambiente. Para medir el factor sostenibilidad, la Cambra se ha fijado en el ambiental y la social.

Desde el punto de vista de la sostenibilidad ambiental, Catalunya linda la tercera década del siglo XXI con un gran déficit, ya que el peso de las renovables en la producción eléctrica está estancado en Catalunya (cerca del 20%); y el peso de las fuentes más contaminantes tampoco se ha reducido en los últimos 10 años, ahora bien sin embargo sigue siendo inferior a la UE a causa del peso de la nuclear.

La presidenta de la Cambra, Mònica Roca / Sergi Alcàzar

La sostenibilidad social, por su parte, requiere contener los niveles de desigualdad dentro de ciertos límites. Catalunya tiene un nivel de desigualdad de renta superior a la UE y muy sensible a las variaciones en la tasa de paro. Con la recuperación a partir de 2014 disminuyó, pero ha vuelto a aumentar notablemente con la crisis de 2020.

Desde la perspectiva generacional, el paro juvenil muestra una elevada volatilidad y supera en mucho los valores promedio en la UE. En consecuencia, la brecha salarial de los jóvenes muestra un aumento tendencial desde el 2005 y se mantiene en niveles relativamente elevados desde el 2013. Así pues, Catalunya tiene planteado un grave problema de equidad generacional.

Calidad del crecimiento en Catalunya

Finalmente, hay factores transversales, asociados con el marco institucional y el contexto político y social de un país, que determinan la calidad del crecimiento, representada por la equidad en la distribución, la eficiencia en la producción y la resiliencia que aporta el equilibrio entre estas dos variables.

Con respecto a la equidad en la distribución, Catalunya muestra una brecha salarial creciente con respecto a la UE, que supera en mucho el diferencial en PIB per cápita. Eso ayuda a explicar por qué el progreso económico no se ha traducido en bienestar efectivo y plantea interrogantes sobre la calidad del modelo de crecimiento.

El jefe de estudios de la Cambra, Joan Ramon Rovira / Sergi Alcàzar

El poder adquisitivo de los trabajadores en el 2019, por su parte, se encuentra estancado al mismo nivel del 2000, con fuertes oscilaciones entre estas dos fechas. Eso denota patrón de crecimiento desequilibrado en perjuicio de los trabajadores más vulnerables.

La brecha salarial también se corresponde con una brecha de productividad en términos relativos con el núcleo europeo, por eso, la Cambra avisa de que es importante recordar que para convergir en salarios hay que convergir también en productividad. En términos absolutos, y a diferencia de los salarios reales, la productividad del trabajo sí que ha aumentado, pero la mejora se concentra en el periodo de crisis 2009–2014. Por eso, podemos decir que en Catalunya la productividad aumenta principalmente vía "destrucción creativa" (crisis y reestructuraciones) y difusión de las nuevas tecnologías generadas en el exterior; no vía progreso técnico endógeno y autosostenido.