El ahorro energético en el hogar también es posible y contribuye a luchar contra el cambio climático. Las familias son cada vez más conscientes de la necesidad de ahorrar energía, por un tema de sostenibilidad y para adelgazar la factura de la luz y el gas a final de mes. De hecho, el principal coste energético en las casas pasa por los electrodomésticos, que consumen en torno al 55% de la electricidad total, y saber como distinguir los más sostenibles a la hora de comprar nuevos es crucial para conseguir los objetivos de ahorro.
A la hora de adquirir un electrodoméstico nos acostumbramos a fijar en la estética, las prestaciones técnicas, el tamaño, el precio... Pero en materia de energía, el truco está al fijarse en las etiquetas que llevan enganchadas los aparatos, que son lo que nos indica su consumo. Se trata de adhesivos con letras de la A en la G, que indican el consumo energético de todos los aparatos, no sólo de electricidad sino también de agua o de gas.
¿Como son las etiquetas?
Las etiquetas energéticas empezaron a implantarse en 1995, pero sólo en los frigoríficos, los congeladores, las lavadoras y los lavaplatos. Con el paso de los años se fueron ampliando a los hornos, televisores, aparatos de aire acondicionado y similares.
Hoy día este etiquetado es obligatorio y está regulado por la Directiva 92/75/CEE de la Unión Europea. Principalmente indica la eficiencia energética de cada electrodoméstico, y es interesante tener la etiqueta en cuenta ya que como más eficiente es el aparato, menor es el consumo y, por lo tanto, mayor es el ahorro en la factura de luz.
El formato de la etiqueta ha cambiado con los años. En un principio, la escala iba de la A en la G, pero con los avances en eficiencia energética de los electrodomésticos, se han tenido que crear categorías superiores. Para hacerlo, se añadió el símbolo + a la A, en una escala de hasta tres pluses (A+++), que es lo que marca la máxima eficiencia. Con todo, este nuevo etiquetado confundía a los consumidores, de manera que en el 2017, la Comisión Europea decidió retornar a la escala inicial de la A a la G, eliminando los + y reestructurando las categorías.
Las nuevas etiquetas han entrado en vigor este 2020, pero no será hasta el 2030 que veremos todos los electrodomésticos etiquetados con este criterio.
¿Cómo se leen?
Como las más frecuentes hasta que no se renueve todo el etiquetado serán las que llevan los símbolos +, estas son las que explicaremos. Los adhesivos juegan con las letras y los colores, siguiendo la técnica del semáforo, ya que degrada los colores desde la eficiencia máxima (verde) hasta la eficiencia mínima (rojo).
Normalmente se compara el consumo de las diferentes generaciones de electrodomésticos y el 100% representa el consumo de los que son menos eficientes. Los extremos de la escala son A+++ (la excelencia en eficiencia energética) y D (aparatos que empiezan a quedar obsoletos).
Eficiencia alta:
- A+++. De color verde oscuro, presenta un consumo inferior al 25%.
- A++. Con un verde intermedio, simboliza un consumo inferior al 30%.
- A+. su verde pálido muestra un consumo aproximado de entre el 30% y el 42%.
Eficiencia moderada:
- A. De amarillo, ofrece un consumo intermedio de entre el 42 y 55%.
- B. Marcado con un color naranja, ofrece un consumo de entre 55 y 75%.
Eficiencia baja:
- C. Naranja intenso, ofrece un consumo de entre el 75 y el 90%.
- D. Su color rojo indica que tiene un consumo de entre el 90 y el 100%.
El cambio en términos de consumo de una categoría en la siguiente es notorio, de manera que también se acaba notando en el bolsillo. A modo de ejemplo, ponemos las tablas de consumo de un frigorífico estándar según cada categoría. Se puede comprobar que el más eficiente (A+++) tiene un consumo anual de 132 kWh, mientras que la menos eficiente (D) tiene un consumo anual de 657 kWh, siempre suponiendo que está funcionando las 24 horas de los 365 días del año. En el caso más extremo, pasando del electrodoméstico más viejo en el más nuevo, ahorraríamos hasta 52,50 euros al año, y hasta 525 euros a diez años vista.