La represión policial del domingo pasado ha fracasado. Los catalanes han votado en un referéndum de autodeterminación vinculante, no han aceptado la sumisión y, por si fuera poco, han demostrado en el mundo entero que tienen control sobre el territorio. Sobre su territorio.
Cuando los catalanes resisten a las amenazas de violencia tal como se ha podido observar, están cediendo al hecho de que los miedos les afecten más al bolsillo. Este es el pensamiento que, lógicamente, tienen los que quieren aplazar (sine die) la declaración de independencia. Y en esta tesitura nos encontramos ahora mismo, hablando de "corralitos".
Situémonos: un "corralito" es una restricción temporal de la cantidad de dinero en metálico que se puede sacar de la cuenta que uno tiene en el banco. En Chipre, el año 2013, esta restricción fue de 300€ diarios; en Argentina, el año 2001, fue de 300 pesos diarios y, en general, podría ser una restricción extrema (cero euros diarios) o muy laxa, casi imperceptible. El dinero no se pierde, naturalmente, pero no se puede disponer libremente en metálico durante una temporada.
Un "corralito" ocurre cuando, por la razón que sea, la gente piensa que su dinero no está seguros en el banco y va corriendo a sacarlos para guardarlos bajo la almohada. Si esta acción sólo la realizan unos cuantos clientes, no hay ningún problema. En cambio, si todos lo hacen, el banco no tiene bastante dinero en metálico para hacer frente a la demanda ya que, como bien sabemos, ninguna entidad guarda todos los depósitos en una caja, sino que sólo guarda una pequeña parte en reservas. El resto lo invierte en todo tipo de activos. Este fenómeno se conoce como "pánico bancario" o "carrera en el banco" ("bank run", en inglés). Cuando eso pasa no hay más remedio que limitar los reintegros en metálico.
la maquinaria mediática estatal y 'processista' se dedica a hacer propaganda para hacernos creer que hay peligro de pánico bancario
Yo todavía no he visto a los catalanes saliente en demasiado de los bancos y corriendo por las calles con bolsas llenas de cash para esconderlas bajo el colchón de casa. Por lo tanto, deduzco que no hay pánico bancario. Es cierto que la maquinaria mediática estatal y processista se dedica a hacer propaganda de personas que transfieren sus depósitos de unas entidades (digamos catalanas) a otros (españolas) para hacernos creer que hay peligro de pánico bancario. Eso es sencillamente falso, dado que las transferencias son movimientos electrónicos que no presionan las reservas en metálico de los bancos. En el peor de los casos, puede afectar a la solvencia de las entidades que pierden depósitos y, como consecuencia, puede hacer caer su valor a bolsa.
Para acabar, los pánicos bancarios tienen una característica con la que no se recomienda jugar demasiado: como un virus, son altamente contagiosos. Pueden empezar afectando a una entidad y acabar destruyendo el sistema financiero. En resumen: el pánico bancario sólo es otra rama de la estrategia del pánico colectivo a que están jugando desde hace días.
Lluís Mosella es Doctor en Economía y profesor de la Universidad Pompeu Fabra