Nuestras ciudades están más conectadas cada día. A lo largo de todo el planeta, las distintas capitales se han subido al carro del smart city y emplean el Internet de las cosas (IoT) y la Inteligencia Artificial (IA) para reducir los atascos, mejorar la seguridad pública o proteger el medio ambiente. También hay dispositivos IoT que controlan las alcantarillas, la calidad del aire o la recogida de residuos urbanos. E incluso se han testado sistemas de iluminación pública para analizar el número de peatones alrededor de las farolas y adecuar la intensidad de la luz.  Pero, ¿qué va a suceder en los entornos rurales, tradicionalmente aislados por la tecnología? Pues por una vez,  y si nada se tuerce, que la nueva red 5G va a reducir esa brecha digital hasta hacerla prácticamente desaparecer.

Con el confinamiento provocado por la Covid-19 ya hemos comprobado que en muchísimos casos se puede trabajar desde cualquier comarca sin necesidad de desplazamientos a las grandes conurbaciones. El teletrabajo, las videoconferencias, etc... han logrado que, allá donde había cobertura 4G, se pudiesen desempeñar empleos reservados hasta antes del estado de alarma a los centros de negocio urbanos. Con la llegada de la red 5G esto va a cambiar radicalmente.

Pueblos atractivos

Por un lado, actividades típicamente urbanas como el trabajo en los despachos podrán realizarse en un amplio porcentaje de ocasiones desde cualquier lugar, incluidos los entornos rurales. Es decir, se podrá trabajar en una oficina de Barcelona desde un coworking de Canyellas o Mollerusa o desde el propio salón de casa. Por otro lado, y más importante, las actividades típicamente rurales se van a tecnificar de tal manera que quedarse a vivir en los pueblos va a ser más atractivo que hasta ahora.

Proyectos como el smart farming, que combina el IoT con la IA y el Big data, hacen posible explotar el concepto de IoT de manera masiva, con múltiples dispositivos conectados que permitirán mejorar la gestión de las explotaciones agrícolas y ganaderas, automatizar tareas y facilitar un seguimiento de todos los procesos. Además, la gran cantidad de datos que los sensores van a ofrecer a granjas y cultivos permitirán tomar decisiones clave con un alto índice de acierto. Los emprendedores del campo podrán calcular sin necesidad de ir al campo los tiempos de riego, cambio de cosechas, uso de fertilizantes... También, en una siguiente fase, practicar la agricultura de precisión gracias a pequeños vehículos autotripulados. Todas estas medidas lograrán incrementar la  productividad para atraer actividad económica y población a las zonas rurales.

Liderar la 5G del sur de Europa

La implantación de la tecnología 5G en Catalunya es, según los planes presentados, una prioridad tanto de las administraciones como de la empresa privada. La intención de la Generalitat es ser un polo de atracción y demostración tecnológica hasta el punto de liderar la 5G en el sur de Europa. La intención es más que razonable. Por poner en contexto la revolución que viene, en 2019, la red IoT tenía 14.200 millones de dispositivos, según la consultora Gartner. Pero para 2025, la red superará los 41.600 millones de objetos conectados, según un informe de IDC. Parece por lo tanto claro que la tecnología va a cambiar la forma de vivir gracias a la 5G, el IoT y la IA.

Hasta ahora, Catalunya es punta de lanza en el desarrollo de la 5G con varios proyectos en marcha, como la prueba entre las estaciones de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) de Plaça Espanya y Europa Fira en Barcelona. Y la intención es seguir progresando. Pero el parón económico y las injerencias estadounidenses para frenar el desarrollo de las redes de Huawei ponen en peligro este liderazgo. En esta situación, es necesario que el Gobierno de España siga las recomendaciones de la UE y acelere la subasta del espectro de los 700 MHz y la reasignación de la banda C para aumentar la disponibilidad de 5G.

La importancia de Huawei

Además de la crisis, el despliegue de la red 5G en Europa, y por lo tanto en Catalunya, tiene otro obstáculo con nombre y apellidos: Donald Trump. La obsesión del presidente estadounidense y candidato republicano a la reelección con Huawei pone en riesgo el despegue de una tecnología en la que su país todavía está verde. Tan lejos están los americanos que el propio presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, señaló hace unos meses que "si Europa hace un bloqueo a Huawei, perderá la posibilidad de acelerar su despliegue".  Ahora mismo, Huawei es el único proveedor que cuenta con la tecnología más avanzada y, además, a precios más razonables que sus competidores. Cualquier cesión de los estados soberanos europeos hará que el viejo continente pierda la ventaja competitiva. Más, ahora que la UE ha concluido que no hay razón para excluir a la multinacional china y que las exigencias de seguridad comunitarias son más que exigentes y suficientes.

Sea como fuere, el despliegue de la 5G es un paso primordial para poder cambiar un modelo productivo que, como ya se ha visto recientemente, debe ofrecer nuevas oportunidades alejadas de la mano de obra y generar puestos de trabajos cualificados centrados en una economía verde y digital que, por una vez, no de la espalda a la zona rural.