El presidente de honor del grupo Freixenet, Josep Ferrer Sala, ha presentado una oferta "firme" y por escrito para comprar el 51% del capital a los miembros de las familias fundadoras con el objetivo de resolver la crisis accionarial y conseguir que la compañía siga siendo familiar. Más concretamente, el patriarca de 91 años que encabeza la rama de los Ferrer con un 42% del capital ha realizado según La Vanguardia una oferta a título particular, valorando el 51% de la multinacional catalana en 230 millones, lo que supone una cifra ligeramente inferior a los 255 millones que tendría que valer este porcentatge accionarial en base a la oferta no vinculante del grupo vinícola alemán Henkell.

Las reacciones familiares no se han hecho esperar. Mientras que los Ferrer dirigidos por el consejero delegado e hijo del patriarca, Pedro Ferrer Noguer, parecen dispuestos a todo para seguir comandando Freixenet, los Hevia que aglutinan un 29% del capital, son partidarios de vender. En medio, los hermanos Bonet con otro 29% siguen sin compartir una estrategia unánime. Por una parte, el presidente José Luis Bonet y su hermana Pilar Bonet se han mostrado próximos a los Ferrer y apuestan por la continuidad familiar de la multinacional del cava y por la otra, los Hevia cuentan con el apoyo de Pedro Bonet, presidente del Consejo Regulador del Cava y director de comunicación, y Eudald Bonet, también muy crítico con los Herrero. En total, un 44% del capital de Freixenet podría estar a la venta.

 

En un momento clave por la proximidad de la campaña de Navidad que este año volverá a contar con las integrantes del equipo español de gimnasia rítmica, José Ferrer ha apostado por la tranquilidad. Y es que el que es también el único superviviente de la segunda generación de Freixenet se ha comprometido a formalizar la venta en un documento privado antes de final de mes y completar el pago antes del próximo 31 de julio. Los Ferrer quieren financiar la operación con el apoyo del Banco Santander aunque no descartan repagar después parcialmente el crédito permitiendo la entrada de acciones externas como la de Henkell con un acuerdo industrial con colaboración comercial. Ahora bien, siempre en calidad de accionista minoritario, tal y como los Ferrer siempre han querido con el fin de perpetuar la hegemonía familiar.