Fue Joseph A. Schumpeter quien popularizó la idea que las crisis sirven -en parte- para eliminar "los menos capaces" y que, en este sentido, pueden ser positivas para la sociedad. Es lo que se denomina destrucción creativa: la idea de que la competencia creciente en los mercados destruye las empresas menos eficientes en beneficio de las más capaces de innovar y crear valor adaptativo. La tesis de Schumpeter, que ha arraigado en el capitalismo, se ha evidenciado en varias crisis. Una destrucción creativa que podría servir como punto de partida para explicar, también el futuro de los bancos. ¿Nuestros bancos o los bancos de nadie, porque al final, qué quiere decir que un banco sea "de aquí" o "nuestro"?

La pandemia aterrizó en España sin previo aviso creando una crisis que ha afectado todos los sectores, y una de las sacudidas que evidenció que alguna cosa pasaba al sector bancario fue el anuncio de la fusión -o más bien absorción- de Bankia por parte de CaixaBank. Fue septiembre de este año fatídico, y como de la nada, empezaron a sonar campanas de otras posibles operaciones similares: BBVA-Sabadell, Liberbank-Unicaja, algunos pretendientes para Bankinter... Nada que nos tenga que extrañar, si bien desde el sector financiero la historia avala la tendencia creciente de unirse unos y otros para crear entidades más fuertes.

¿Un oligopolio a la vista?

Entra en la política del Banco Central Europeo (BCE) incentivar este tipo de fusiones. "Las fusiones no se producen tanto porque las entidades lo quieran, sino que son un requerimiento del BCE para tener una estructura más óptima", avisa el presidente del Instituto de Estudios Financieros a Josep Soler. "Antes de la pandemia, el sector bancario ya vivía muy presionado principalmente porque los tipos de interés -es decir, el precio del dinero- seguían una tendencia de mínimos y también porque tienen una estructura demasiado grande para la demanda actual", explica Soler.

Con la pandemia, se ha añadido una gran crisis económica "y veremos que pronto, cuando se acaben los créditos ICO y las ayudas, la morosidad de los bancos se disparará, y un efecto inmediato de eso es que los bancos darán menos créditos y por lo tanto caerá su rentabilidad". Anticipándose a este hecho, "el BCE ha avisado de que hace falta que se fusionen bancos para tener unos servicios centrales más pequeños y optimizar una estructura que ahora no es rentable", explica Soler. Por lo tanto, las constantes fusiones que alimentan los diarios son una política deliberada para parar el golpe de una posible crisis financiera.

Con todo, el miedo de un oligopolio ante estas grandes operaciones es creciente. La idea de múltiples fusiones que dejen el panorama bancario con pocas entidades y muy fuertes hace crecer un cierto recelo entre algunos expertos, por el hecho de que puede disminuir la competencia y ser un problema para las empresas y los particulares. "El problema que puede haber es que si vamos fusionando se puede llegar a un oligopolismo" pero según Soler, "de momento las alternativas son bastante numerosas. Tenemos que estar alerta, pero todavía no hemos llegado a esta situación".

Con todo, la presidenta de la Comisión de Economía Financiera del Colegio de Economistas de Catalunya, Carme Garcia, considera que "ya tenemos un problema de competencia, que ahora con la crisis y las ayudas se ha camuflado, pero si no hacemos alguna cosa, nos pasará factura."

Las sedes y la Catalunya huérfana

Uno de los principales recelos que surgía cuando CaixaBank y Bankia anunciaron su fusión era la sensación de pérdida de un banco catalán. Una sensación que ya surgió cuando el 6 de octubre del 2017, después del referéndum de independencia, los dos principales bancos catalanes CaixaBank y el Banco Sabadell decidieron mover sus sedes fiscales al País Valencià. El resto de la historia ya lo conocemos, este movimiento sirvió para arrastrar miles de otras empresas a dar el mismo paso, dejando Catalunya huérfana de sedes sociales.

El ejemplo claro que evidencia la sensación de parte de la sociedad catalana es el crecimiento exponencial que hizo Caixa d'Enginyers como consecuencia de no moverse, un gesto que muchos aprovecharon para etiquetarla de independentista o, cuando menos, de catalanista. Para algunos, un símbolo de identidad 'necesario'. En muchos casos ya se ha discutido la importancia de la sede social de una entidad, pero el debate se vuelve a poner encima de la mesa con estas macrofusiones.

CaixaBank y Bankia explicaban hace unos días que la previsión es que los dos bancos sigan operando por separado hasta finales del 2021, cuando finalmente desaparecería Bankia. Será el mayor banco de España con activos superiores a los 660.000 millones de euros, unos 20 millones de clientes y una cuota de mercado de cerca del 25% en los principales negocios. La entidad seguirá manteniendo la sede social en Valencia y, según las palabras del consejero delegado Gonzalo Gortázar, "existirá una doble sede operativa: en Barcelona y en Madrid".

José Ignacio Goirigolzarri, actual presidente de Bankia, y Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank. / CaixaBank

No hay que confundir la sede operativa con la sede formal o social. La sede operativa es la más importante a nivel económico porque aporta actividad, riqueza, ocupación... "CaixaBank ya tenía una parte de la sede operativa en Madrid y en Barcelona y ahora con Bankia será un banco mayor, cosa que para Catalunya es positivo," asegura Soler. Según Carme Garcia, la importancia de donde esté la sede de un banco "hoy por hoy es poca. Si la recaudación del IS estuviera en Catalunya, entonces sí que tendría". En el caso de las sedes operativas "ya existían en Madrid y Barcelona antes para Caixabank, porque hay cosas que el hecho de estar en Madrid aporta unas posibilidades, por ejemplo en bolsa. También, en el caso de CaixaBank, tener sede en Catalunya, donde tiene mucha clientela, aporta un valor de proximidad".

El presidente de Fundación La Caixa y el que será el primer accionista de la nueva CaixaBank, Isidre Fainé, considera que "la fusión CaixaBank-Bankia ayuda a vertebrar España", según anunciaba en una entrevista en El Mundo. Unas declaraciones controvertidas que lo que evidencian es que estos dos bancos dejan atrás su territorialidad y quedan más integradas en el panorama español general. "Pero ¿eso hasta cuándo"?, se pregunta Soler. ¿"Cuándo veremos un sistema bancario que vertebre toda Europa"?

La (no) nacionalidad del dinero

En todo caso, el dinero no tiene identidad ni nacionalidad, el dinero es global y se intercambia a diestro y siniestro y hoy está aquí y mañana en la otra punta del mundo. ¿Y por qué, pues, nos importa tanto de dónde son los bancos? Generalmente por el sentimiento de proximidad, de conocimiento del territorio y del entorno. "A ti te interesa un banco arraigado en tu territorio, que conozca bien la problemática de las pymes de aquí, etcétera. Eso lo intentan hacer, pero a veces es complicado... es cuestión de adaptar el producto al cada target", explica Soler.

En palabras de Carme Garcia, hay ejemplos de bancos extranjeros que intentan adaptarse, pero "no es lo mismo". "El Deutsche Bank, por ejemplo, es alemán y los órganos de decisión a partir de cierto nivel están en Alemania, y la manera de decidir es otra y hay negocios que no acaban de entender. Por ejemplo, en la crisis anterior el Deutsche Bank no tenía prácticamente hipotecas porque era un negocio que no entendía. En este caso eso los salvó, pero en otro momento sería un problema".

Un futuro incierto

Sin ir muy lejos, el modelo histórico de cajas de ahorros ya fracasó con la crisis del 2007, comprimiendo el modelo financiero a menos peces y mayores. Ahora las fusiones son de mayor magnitud, pero según el presidente del IEF "todo eso es en parte provisional porque parece que dentro de diez años el panorama será muy diferente". Según Josep Soler, las empresas tecnológicas jugarán un rol importante en el mundo financiero, una tesis que muchos expertos en el campo sostienen.

"Estas empresas tienen datos -información- y capital. Si no se meten ahora en banca es porque no es rentable, pero cuando la banca empiece a recuperar la rentabilidad, seguramente no tardarán". Hablamos de gigantes como Amazon, Apple o Google, entre otros, muchos de los cuales ya han empezado a dar pasos hacia el mundo financiero. Pero no todo el mundo lo ve así. Según Carme Garcia, "estas empresas podrían competir como sistema de pagos y sustituir entidades como Visa o Mastercard, pero no tanto como estructura bancaria y financiera para las actividades económicas", asevera.

Sea como sea, la evidencia de que vamos hacia una globalidad financiera y que habrá que estar alerta de oligopolios es clara. En palabras de Garcia, "si no conseguimos ser un mercado atractivo para que vengan otras entidades, lo pasaremos mal. Y no solamente en Catalunya, en toda España. Necesitamos más entidades, no más oficinas".